NOV 262014 El presidente de Uruguay, que vivió la experiencia de la dictadura por muchos años critica al gobierno de México, lo tacha de estado fallido y de dictadura por los acontecimientos que estamos viviendo y están a la vista del mundo. Ya el premio nobel Vargas Llosa había hablado en México de dictadura perfecta refiriéndose a su gobierno. El gobierno mexicano se rasga las vestiduras y llama al embajador de aquel país. El presidente uruguayo enmienda suavemente la declaración. ¿Se enojan y sienten ofendida su augusta majestad, intocable como la de los emperadores romanos que eran adorados como Dios. "El presidente no es dios" afirmó aquél estadista mexicano Manuel Clouthier y le costó la vida. En la familia, el papá no es perfecto, tampoco el maestro en el salón de clase ni el jefe en la empresa. Se les puede criticar y sana, razonable y constructivamente. La razón es que el hombre no es perfecto. ¿Por qué el presidente con su gobierno sí pretende serlo? Es conocido que un dictador no acepta críticas y desaparece a quienes osan criticar. Hay que cuestionar: ¿Por qué no aceptar las críticas? Ayudan a ubicar los grandes problemas, enfrentarlos a tiempo. Es malsano negarlos, encubrirlos ante la gente. No se deja pasar tiempo precios. No se tiene que andar con mentiras. En lo gobernantes es indispensable el sentido autocrítico, que es signo de madurez honesta. Las críticas ayudad a aceptar una realidad sangrienta y miserable, diáfana al sentido común, que todos los mexicanos, principalmente del pueblo humilde, percibe porque la sufre. Permite que los guías del pueblo muestren su verdadera grandeza, su humildad, su sabiduría. Muestran su honestidad cuando se reconocen hombre, que pueden ser perfectos en sus aspiraciones y propuestas pero en la realidad se quedan lejos y cometen errores y pecados. Permite salir de la cortina de humo de incienso y bajar de la nube de la vanidad, desinflar la personalidad fantasiosa de sapo, salir de la enajenación y reconocer su realidad ambivalente, tejida de luces y de sombras. Los hombres verdaderamente grandes han sido humildes como Gandhi, Mandela, Días Ordaz y Felipe Calderón entre nosotros. Las críticas ayudan a tener un juicio crítico de la actitud de quien pretende ser el Mesías, el esperado de las naciones, por encima de la chusma de sus adversarios políticos, perfecto, que cree que sus obras son espectaculares y favorecen a TODOS, que no tienen la más pequeña sombra de riesgo ni traen problemas y desventajas como efectos colaterales. Hubo un hombre, conductor de masa, que las seducía, el mejor guía de la humanidad. Jamás se vanagloria de sus milagros, portentos y sabiduría. La gente se expresaba de él con entusiasmo: todo lo hace bien?, comentaban y estaban admirados de su sabiduría. Es un ejemplo sublime de humildad, jamás busca los reflectores ni las alabanzas de los diarios o de los noticieros de radio y televisión ni de las redes sociales. No busca medallas ni títulos ni reconocimientos en los foros internacionales, otorgados por otros intereses, sesgados, amañados. El reconocer la realidad de su propia persona, consciente de su grandeza divina, lo finca en la verdad, lo hace absolutamente sabio y le da una sublime humildad. Sin afán vanidoso y prepotente invitó a sus amigos y seguidores: "cumplan la ley y aprendan de mí que soy humilde y amable de corazón". La mirada desde fuera, desde un ángulo diferente como la del presidente uruguayo, nos ayuda a conocer mejor nuestra realidad, es una mirada de quien tiene distancia crítica y una libertad que quisieran los mexicanos. Nos permite conocer la realidad de nuestro gobierno, su naturaleza genuina, más allá de los discursos oficiales que nos pintan otra realidad. La crítica es para todos. Nos muestra nuestra cruda realidad, que estamos tolerando sin asumir nuestro obligación como individuo, como DEMOS, pueblo democrático, en quien reside la soberanía, responsable de los destinos de México. Si tenemos una dictadura en los hechos es porque los mexicanos lo permitimos y no hemos crecido en democracia, no nos molestamos para no dejar que México sea un estado fallido, porque no se aplica la ley y el crimen hiere a sus anchas, sin inversiones ni empleos y progreso, sin esperanza. El cuestionamiento va directamente primero al individuo y a la sociedad mexicana ¿Por qué deja un gobierno que desde fuera es visto, por hace décadas como una dictadura que ha llevado a un estado fallido, por qué no hace su parte para aplicar la ley y hacer realidad la justicia y el derecho? |