Desencanto en seguridad

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OCT
06
2019
Teodoro Barajase Morelia, Mich. La polarización en México no concluye, embates de unos contra otros son parte de la vida cotidiana, lo último ha sido el tema concerniente a la probable desaparición de poderes en las entidades de Veracruz, Tamaulipas y Guanajuato; es evidente que se trata de asuntos políticos porque si revisamos los graves escándalos de inseguridad en nuestro país seguramente un diversas entidades se trataría de la misma manera el asunto.
Las autoridades de todos los niveles tienen responsabilidad en materia de la inseguridad porque ésta se ha expandido, el número de homicidios dolosos se ha incrementado y la impunidad es manifiesta. La pasividad y a ineficacia van de la mano para dejar un terreno minado que niega la seguridad jurídica.
Recién concluyó septiembre, el mes de los símbolos, verdades y mitos fundacionales; en Morelia el día 30 se festejó el natalicio del Generalísimo José María Morelos y Pavón, el hombre que sentó las bases del estado mexicano en tiempos complicados, cruentos.
En la actualidad el estado mexicano atraviesa una crisis ostensible porque la corrupción y la impunidad hace mucho tiempo se han caracterizado por ser los problemas estructurales, es una situación que trasciende el asunto de los partidos políticos porque en los últimos sexenios la marca ha sido color rojo y ha empeorado.
Vivimos en un estado deficiente, no diría que fallido porque en esa tipología se agregarían otros elementos perniciosos, aunque la simulación se regodea.
La seguidilla de actos violentos tiene un ritmo acelerado en Michoacán, Veracruz, Tabasco, Tamaulipas, Jalisco y otros estados. Lo peor se advierte cuando se pretende ver dichos actos como parte de una normalidad que bien podría petrificar la capacidad de asombro e indignación. No es normal que las matanzas incrementen el número de víctimas, el crimen organizado extiende sus tentáculos, la disputa por territorios y plazas está en auge.
Mientras eso sucede los partidos políticos hacen sus cálculos para las próximas elecciones, eso es lo que verdaderamente les importa, aunque las autoridades de diversa extracción no atinan para asumir una actitud autocrítica, francamente no recordamos un gobierno que reconozca sus yerros, desatinos y deficiencia. Algunos no dejan de culpar a sus antecesores en los cargos aunque en muchos casos tengan esa procedencia, México es un país en el que los cuadros políticos se reciclan con una impresionante facilidad, apóstatas y desmemoriados que reptan tras el poder sin empacho, sin convicciones auténticas, sin ideologías definidas.
La pacificación del país no se vislumbra, no se alcanzará por decreto, el asunto es complejo porque resulta multifactorial, los valores provienen desde las familias, a ello habría que sumar la educación. No todo se resolverá sólo por la fuerza legítima, falta apuntalar toda una política preventiva.
Mientras el desencanto avanza ante la frustración de muchas víctimas que han sufrido a manos de la delincuencia, muchos de los presuntos responsables están en libertad, ante dicho escenario cunde la desesperanza y los vengadores anónimos y no anónimos asumen una labor que correspondería, legalmente, a las fuerzas policiales del estado mexicano. Dichos episodios ya se han registrado anteriormente como sucedió en Michoacán con los grupos de autodefensas que en su momento se levantaron ante la pasividad de los gobiernos de los diferentes niveles.



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