Guerra de atentados y represalias

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NOV
26
2015
Mateo Calvillo Morelia, Mich. Es triste y condenable el ataque terrorista a París.
(Su servidor tiene un cariño muy especial por Francia, mi segunda madre. Me dio aquello que me negó el gobierno de mi país: todo para llegar al doctorado).
De la misma índole es la respuesta del gobierno Francés que bombardea el Estado Islámico.
La naturaleza moral de ambas acciones es la mismos, el odio, la muerte, el sufrimiento de los inocentes.
Tratemos de entender a fondo el problema. Como afirma el antropólogo René Girard. Estamos en la presencia de actitudes propias de sociedades primitivas, que son competitivas, se disputan el mismo bien, el petróleo está detrás.
Se guían todavía por la ley del talión, buscan el desquite y desean acabar con los malos. (¿Quiénes son los malos? Para los países occidentales son los árabes, así los presentan tendenciosamente en los noticieros dominados por Occidente).
Buscan matar a los culpables para restablecer el orden. Con esta tendencia, se atiza al fuego y se mueven en la espiral de la violencia. ¿Cuándo tiempo tiene este conflicto? Sabe Dios, viene de épocas muy antiguas, desde el conflicto original en la familia humana. Es el mito, el símbolo de Caín y Abel.

La solución viene del Mesías que va a contracorriente de las culturas humanas, porque irrumpe de lo alto.
Es el más sabio de los maestros y el más grande guía de los hombres, formuló una moral diferente en el Sermón de la Montaña: hay que amar a los enemigos, hacerles bien a quienes te oprimen. Si tu enemigo te quiere quitar el saco, déjale también la camisa, cuando te hieran en una mejilla, preséntales la otra.
El odio no se vence con odio, con acciones de la misma índole pero en sentido contrario.
Con la reacción del amor, se invierte la lógica, se sale de la espiral de la violencia.
El mal sólo se vence con el perdón, el odio con el amor, el mal con el bien.
La regla tiene valor universal, se aplica a la guerra de los narcos y las fuerzas del gobierno. No es echándole el ejército a los narcos, no es matándolos a todos como se va a acabar con la violencia. Se atiza al fuego, se siembra la violencia, se incuba, con el tiempo reaparece. Es una historia que dura desde el principio de la humanidad.
Hay que convertir a narcos y a los hombres del poder político y militar al perdón y al amor, hay que hacerlos capaces de valorar a la persona, comprenderla, amarla sobre los bienes materiales.

En la historia, los papas son testigos de la estrategia de Jesucristo.
Juan Pablo II desafió al comunismo y sufrió un atentado, lo quisieron matar, él no era culpable, era inocente.
Es lo que propone Francisco. Su deber es denunciar el odio y el pecado, que causan los conflictos del hombre y lo destruyen. El para eso ha sido puesto a la cabeza del pueblo numeroso de Dios. Una forma de evangelizar es denunciar la maldad, los crímenes.
Señala con firmeza: "Todo el mundo está en guerra, no hay justificación. El rechazo del camino de la paz hace que Dios mismo, que Jesús llore". El mismo señalamiento de guerra hizo antes Benedicto XVI.
El hombre no quiere la paz, prefiere el comercio de las armas añade Francisco. Aplica la palabra de malditos a los que están contra la paz por el negocio de las armas, son delincuentes.
Los hombres, cuando no sufren en carne propia las heridas no quieren la paz,, han perdido la brújula y el camino de la paz. La lógica humana no entiende porque no quiere. Por eso Jesús exclama llorando sobre la ciudad: "si supieras ahora lo que puede traerte la paz, pero está oculto a tus ojos".
"Nos hará bien a nosotros ?como invita el Papa- pedir la gracia del llanto por este mundo que no reconoce el camino de la paz, que vive para hacer la guerra con el cinismo de decir que no hay que hacerla. Pidamos la conversión del corazón?"

El Papa estará entre nosotros, no se descarta Morelia. También aquí hay guerra, lo experimentan los pobres. No sale en informes oficiales y en los noticieros pero la gente lo vive como en Apatzingán.
Vendrá el Papa como promotor de la paz.
Llamará a la conversión de los gobiernos que encarcelan a los que promueven la paz como Mireles e Hipólito Mora, que niegan la violencia porque conviene a sus intereses. Llamará a la conversión a todos.
El Papa traerá el regalo de la paz, para eso pedirá la conversión del corazón. ¿Estaremos preparados para recibirlo y convertirnos en campeones de la paz, constructores de un Estado y país diferente? ¿Vemos la venida del Papa sólo como un espectáculo sagrado?





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