| SEP 012018 Tres años tendrán para cumplir las promesas de campaña y su programa de gobierno; ya no sólo la palabra enunciada, sino el acto o acción que dé respiro a la esperanza ciudadana. El pueblo necesita palabras que nutran el sentimiento y deseo de ver al cambio que supere la desigualdad, la pobreza y la injusticia. La gente quiere desterrar la corrupción, el compadrazgo, el engaño, la hipocresía y la ambición. Los ciudadanos quieren y anhelan que los presupuestos se apliquen en donde la necesidad es mayor, que se logren gestiones que ayuden a fortalecer los proyectos de alcance social, para que haya empleo y con ello se aliente la paz y la seguridad. El paso es decisivo, si en los próximos dos años no se aplican los gobiernos en proyectos de corte social y educativo, la nave michoacana tal vez no cruce las aguas turbulentas de un océano alterado y presto a hundir a cualquiera que se atreva a desafiarlo. En esos torbellinos huracanados sólo existe una nave que puede cruzar sin ser embestida, esa es la educación, ella tiene la potencia para descifrar palabras que confunden el lenguaje por la incomprensión de su significado que los políticos implementan a la hora de la campaña, como es la metáfora política, que cambia a la hora de aplicarse, simplemente reflexionemos lo que significa: renovación y transformación. La educación permitirá comprender que una transformación es un cambio profundo por medio del cual se pasa de una estructura a otra. En el plano moral, un ser humano se transforma cuando adquiere una nueva personalidad, otra concepción del mundo y sus valores. Regenerar es recuperar los estados de cosas de una etapa histórica con anterioridad, para que las fuerzas positivas de una sociedad puedan resurgir. Y una transformación social, en cambio, lo que se busca es dejar atrás la situación anterior, para construir algo totalmente nuevo. Una transformación puede ser algo muy parecido a una revolución. Y desafortunadamente en los anuncios del presidente electo, no hay un discurso transformador; sino regenerador de una estructura dañada por los vicios y las malas costumbres de funcionarios que abusaron de la responsabilidad pública, esperemos que ese sea un primer paso, aunque lo dudo porque la educación ya está en manos prácticamente al grupo Salinas, dueños de TvAzteca y otros negocios que nada tienen con el pensamiento de izquierda, que para los verdaderos revolucionarios, que aún los hay, este indicativo es inimaginable, pues con ello se afirma una construcción repetida de una modelo educativo asentado en las competencias y tal vez en una moral sustentada en la literatura y no en la religión. Sin embargo los que están más cerca de los problemas sociales son los presidentes municipales, son ellos a quienes se les exige todo; pero también son ellos los que acuden a la escuela para repensar su localidad, allí no puede haber mascaras que monten la hipocresía. Son los presidentes municipales los principales dirigentes de un movimiento sociocultural que siente las bases para la nueva nación que nace en las familias y comunidades. Los alérgicos a todo poder hegemónico nunca podrán digerir esta supuesta alternativa, que no es transformación, sino que pinta como regeneración, y la prueba es la salida de Elba Esther y la presencia de un Movimiento Magisterial que no tiene otro sentido más que confrontar al maestro, claro sin reparar daños, haciendo creer que se les dona justicia. Tenemos que enseñar que la historia de México es de dolor y muerte, y que se tiene que cambiar por el principio de respetar y reconocer al otro. Hoy en Michoacán son 24 alcaldesas, 88 sindicas y 420 regidoras, sean ellas tal vez las que provoquen el cambio que la gente anhela, porque México requiere urgentemente reconstruir el tejido moral y social, sin lo cual no se puede avanzar de ninguna manera para resolver los problemas de la violencia, injusticia y pobreza. |
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