Educación: Entre la Mujer Maravilla y su Villano ImaginarioHéctor Ayala, 22/10/2025
Morelia, Mich.
Existe en política una tentación irresistible para quienes no pueden o no saben gobernar: inventar enemigos. Pero cuando quien gobierna se asume como superheroína, esa tentación se convierte en necesidad narrativa, porque requiere de un supervillano para justificar su existencia.
La secretaria de educación—a quien su amigo el gobernador ha ungido con el pomposo título de "la Mujer Maravilla de la educación"— parece haber encontrado en mi persona al enemigo perfecto para su saga heroica. En su más reciente intervención, no solo me acusa de ser un "vival y corrupto", sino que ahora me atribuye poderes dignos de un villano de cómic: estaría "moviendo los hilos" de los padres de familia, orquestando desde las sombras el descontento magisterial y, presumiblemente, siendo responsable de todos los males que aquejan al sistema educativo michoacano.
Debo confesar que me halaga. Si voy a ser convertido en villano, al menos que sea uno con superpoderes.
Entiendo la lógica. Si el gobernador te llama "Mujer Maravilla", tienes que comportarte como tal. Necesitas una Isla Paraíso (la Secretaría de Educación), un lazo de la verdad (las ruedas de prensa), y, por supuesto, un archienemigo contra quien luchar. El problema es que aquí no hay guion. La realidad es terca y se niega a seguir el libreto.
Porque, seamos honestos: ¿qué clase de Mujer Maravilla necesita culpar a un ciudadano sin cargo ni presupuesto de los problemas que ella, con todo el aparato del Estado a su disposición, no ha podido resolver? ¿Qué clase de superheroína tiene sus propias oficinas centrales tomadas y, en lugar de encontrar soluciones, busca villanos externos?
Aquí, nuestra Mujer Maravilla enfrenta a... un exfuncionario, que lleva cuatro años sin cargo público, quien aparentemente tiene la diabólica habilidad de hacer que los padres de familia se den cuenta cuando no hay maestros en las escuelas. Terrorífico.
Según la narrativa oficial, yo poseo el poder de "mover los hilos" de los padres de familia. Es decir, cuando un padre ve que su hijo lleva semanas sin clases, cuando una comunidad entera constata que las aulas permanecen vacías, no es su legítima preocupación ciudadana la que los moviliza. No. Es que yo, desde mi guarida secreta, probablemente mi casa, tomando café, activo mis poderes telepáticos para manipularlos.
Permítanme ser claro: si tuviera esa capacidad de control mental que la secretaria me atribuye tan generosamente, estaría trabajando para la CIA o, al menos, ganando dinero como ilusionista en Las Vegas. Sería, sin duda, más lucrativo que el activismo educativo.
Pero aquí está la pregunta incómoda: ¿tan poca opinión tiene la Mujer Maravilla de la educación sobre la capacidad de los michoacanos para pensar por sí mismos? ¿Realmente cree que los padres de familia son tan manipulables que no pueden distinguir entre un servicio público eficiente y uno que simplemente no funciona sin la intervención de un "villano" externo?
Y aquí está el verdadero quid del asunto. La secretaria me acusa de "coaccionar", pero olvida que su trabajo no es detectar coacciones imaginarias sino accionar soluciones reales. Hablemos de hechos concretos, de esos problemas terrenales que ningún superhéroe parece querer atender:
¿Y las escuelas sin maestros? No necesitan un villano externo para quedarse vacías; la mala administración basta.
¿Y los maestros sin pago? Ellos no necesitan que nadie los "manipule" para darse cuenta de que su quincena no llega.
¿Y el dinero de los terceros institucionales? Esos recursos que deberían estar fluyendo y que, misteriosamente, se estancan en algún punto del aparato burocrático.
¿Y las plazas congeladas? Esas que la propia secretaria niega pero que miles de docentes viven como realidad cotidiana.
¿Y la atención a normalistas? Esos jóvenes que se forman para ser maestros y que encuentran puertas cerradas donde debería haber oportunidades.
¿Y las escuelas "de palitos"? Esas infraestructuras precarias donde se pretende que ocurra el milagro educativo sin las condiciones mínimas.
¿Y la campaña política a costa del cargo público? Esos eventos donde la educación se convierte en escenario para promover proyectos personales.
Contener y atender todo esto —y mucho más— está en sus atribuciones. Son pesadas responsabilidades que hoy puede cumplir o que, en un futuro no muy lejano, tendrá que enfrentar en las auditorías que tanto le gusta mencionar cuando habla de otros.
Porque las auditorías, estimada Mujer Maravilla, son democráticas: no distinguen entre villanos imaginarios y superheroínas autoproclamados. Solo miden resultados.
La secretaria exhorta a los maestros a no dejarse "manipular". Es curioso. En su película mental, los docentes michoacanos son como los ciudadanos asustados de Ciudad Gótica, incapaces de actuar sin que algún villano los manipule.
La realidad es más prosaica y digna: los maestros tienen memoria, capacidad crítica y legítimas demandas. Su malestar no requiere de villanos; nace de problemas reales que esta administración no ha sabido resolver. Pero claro, reconocer eso arruinaría la narrativa heroica.
Si realmente soy el supervillano todopoderoso que describe la Mujer Maravilla de la educación, ¿qué dice eso de sus superpoderes? Porque solo existen dos posibilidades:
1.Soy efectivamente un genio criminal capaz de manipular masas —lo cual significaría que ella, con todo el poder del Estado, es incapaz de detenerme. Menuda superheroína.
2.Está construyendo un enemigo imaginario para justificar que, después de años en el cargo, los problemas siguen sin resolverse y, de hecho, se han multiplicado.
En cualquier caso, el diagnóstico es devastador para su narrativa heroica. Sus atribuciones incluyen, entre muchas responsabilidades más:
●Garantizar que todas las escuelas tengan maestros
●Asegurarse de que todos los maestros reciban su pago puntual
●Administrar correctamente los recursos de terceros institucionales
●Descongelar plazas y asignarlas a quien corresponde
●Atender dignamente a los normalistas que se forman para servir
●Dignificar la infraestructura educativa, acabar con las escuelas "de palitos"
●Mantener una separación clara entre su función pública y cualquier proyecto político personal
Esas sí que son responsabilidades. Esta vez no es necesario volar, desviar balas ni hacer campañas desde el cargo; incluyen gestionar, administrar, resolver. Y en eso, francamente, los resultados hablan por sí mismos.
¿Saben cuál es el verdadero villano en esta historia? No soy yo. Es la incompetencia disfrazada de heroísmo. Es la mediocridad vestida de superpoderes. Es la irresponsabilidad escondida detrás de narrativas cinematográficas. Es el uso del cargo público como trampolín político mientras miles de niños se quedan sin clases.
El verdadero villano es creer que gobernar es protagonizar una película, que los problemas reales se resuelven con retórica heroica, y que los ciudadanos son tan ingenuos que no pueden distinguir entre un servidor público efectivo y un político jugando a disfrazarse mientras la educación se desmorona.
Es momento de guardar los brazaletes antibalas, deje el lazo de la verdad en el closet y asumirse como persona con cargo y responsabilidades concretas que debe cumplir, como garantizar que el sistema educativo funcione. Eso no requiere superpoderes; requiere gestión competente, dedicación genuina y, sobre todo, dejar de perder el tiempo en construir villanos imaginarios para enfocarse en resolver problemas reales.
Si no puede cumplir con esas tareas elementales, no invente supervillanos. No construya sagas épicas. No monte teatros políticos ni futurismo electorero. Simplemente reconozca sus limitaciones y dé paso a quien sí pueda.
Porque el tiempo corre, y las auditorías futuras no preguntarán por sus narrativas heroicas. Preguntarán por resultados. Y ahí, estimada secretaria, no habrá superpoderes que la salven.
Las auditorías que la Mujer Maravilla menciona sobre mi gestión siguen su curso en el mundo real, no en el de los cómics. Las instancias correspondientes resolverán con base en evidencia, no en narrativas heroicas. Estoy tranquilo.
Las auditorías sobre la presente gestión llegarán también. Y cuando lo hagan, medirán cada una de las atribuciones que hoy no está cumpliendo, cada problema que prefirió ignorar mientras construía villanos, cada recurso mal ejercido mientras montaba su teatro político.
Mientras tanto, tengo la conciencia tranquila y, aparentemente, superpoderes villanos de los que no estaba enterado. Si alguien del mundo cinematográfico necesita un antagonista para la próxima secuela, ya saben dónde encontrarme.
Mientras tanto, los niños de Michoacán seguirán esperando maestros. Los maestros seguirán esperando sus pagos. Las escuelas seguirán cayéndose a pedazos. En Michoacán urgen soluciones, no teatro político. Los niños michoacanos reclaman escuelas que funcionen, no sagas de superheroínas ni actores que finjan trabajar.
*Maestro en Derecho Constitucional y exsecretario de Educación en el Estado de Michoacán.
hectorayalamorales@hotmail.com