El Club Deportivo Guadalajara lamenta profundamente el fallecimiento de Alberto Onofre, ocurrido la mañana de este jueves 9 de enero en la Perla Tapatía. Afición, jugadores, directiva y staff nos unimos a sus familiares y amigos en estos momentos.
Hablar de Alberto Onofre es hacerlo de un futbolista que estaba llamado a ser uno de los más grandes en la historia de nuestro balompié. Un físico envidiable y su olfato goleador llamaron la atención del Ingeniero Javier de la Torre, quien lo integró con apenas 19 años al Primer Equipo de las Chivas ante la ausencia de varias de las figuras Rojiblancas, que habían sido convocadas a la Selección Mexicana que participó en el Mundial de 1966.
Alberto debutó en el máximo circuito un 5 de junio de 1966 ante Tampico, pero antes mostró pinceladas de su tremenda calidad individual en algunos amistosos. Muy rápido se consolidó como la nueva promesa del Rebaño y en la Temporada 1969-70, ya con 22 años cumplidos, demostró inteligencia futbolística y tenacidad, acompañadas de un gran golpeo de balón y una destacada habilidad individual que le permitía driblar con velocidad y naturalidad, pero sobre todo amor por la playera Rojiblanca.
Fue uno de los jugadores clave para el histórico triplete de 1970, cuando el Guadalajara consiguió la Copa, la Liga y recibió en automático el Campeón de Campeones, lo cual se consignó en el libro "Corazón Chiva: Cien Años" de la siguiente forma:
"De su mano, el Guadalajara conquistó su octavo campeonato de la era profesional. Se jugaba la penúltima fecha y el Atlante, recio y efectivo, no quería servir de escalón. Cuando el amor a la camiseta se empareja con la calidad es posible prever algunas maravillas. Un instante después de que Jara enviara un centro al área, Onofre se impulsó y le ganó la salida a Rafael Puente, Gol. ‘Me fui al centro del área conociendo el toque de Jara y cuando le metió el pie a la pelota me encarreré y salté. Le gané la salida a Puente, que a mi parecer salió a cortar mal, y logré cabecear el balón. Todo salió como lo pensé antes de lograr el tanto. Desde el momento en que hacía contacto sabía que sería gol, y fue'. La trilogía fabulosa del futbol: anticipación, oportunidad y resolución. La portada del diario Esto congela el instante en que Onofre, con el número 6 en la camiseta, se suspende en el aire, las piernas armónicas, los brazos al frente, la mirada puesta en el balón, todo ello como una prueba de la existencia de la belleza en el futbol. Durante unos segundos el mundo conocido mostró sus dos caras: de un lado, la tribuna hervía consumida por la seguridad del triunfo; del otro lado Alberto Onofre se quedaba congelado, incrédulo, cubriéndose el rostro con las manos, incapaz de mover un músculo, incapaz de salir corriendo y gritar el gol a todo pulmón. El equipo entero lo sacó de su marasmo, el equipo entero se fue sobre él y lo arropó en un abrazo que fue el abrazo de millones de chivas de corazón. Es una pena que esos segundos extáticos no hubieran podido guardarse en una vitrina de cristal". (Corazón Chiva: Cien Años (2006), páginas 121 y 121).
Su meteórico ascenso y carrera profesional se vieron truncadas justo antes de su primera participación mundialista en México 1970, pues Onofre se fracturó la tibia y el peroné a tan solo unos días del debut ante la Unión Soviética, en una acción en la que se resbaló y tuvo un fuerte choque con el zaguero Juan Manuel Alejándrez a 10 minutos de que concluyera el entrenamiento de la Selección Nacional.
Aunque se recuperó de la lesión y logró regresar a las canchas un par de años más tarde, Alberto nunca pudo retomar el nivel ni la confianza y decidió colgar definitivamente los botines en 1978.