Tres balas contra el observador forestalJulio Santoyo, 24/08/2025
Morelia, Mich.
Dos balas pasaron rozando el pecho del conductor del vehículo y sólo un milagro explica que no lo hubieran matado. Los muchos fragmentos del cristal de la ventana, sin embargo, le hirieron en la mano y el rostro. Un segundo antes había frenado el coche mientras se levantaba la pluma para ingresar al fraccionamiento sin percatarse que dos personas lo seguían en una motocicleta.
Un atisbo de sombra que se movía de atrás hacia la puerta del copiloto lo hizo voltear solo para encontrarse cara a cara con un rostro cubierto y una mano que blandía una pistola que apuntaba a su cuerpo. No tuvo tiempo de pensar en nada, el instinto de huida lo obligó a pisar el acelerador para alejarse de la amenaza, llevándose la pluma de control que aún no se levantaba.
Las detonaciones abrumaron sus oídos y tensaron todo su cuerpo. No sabía si las balas lo habían herido, no sentía nada, estaba más ocupado en saber si el pistolero lo seguía para rematarlo. Estaba seguro de que en cualquier momento vería a través del retrovisor la motocicleta con los sicarios ocultos en gorras y cubrebocas.
La adrenalina lo tenía por completo confundido y aun así se dio un respiro para pensar. Se revisó el cuerpo, la cabeza, las manos, el torso y las piernas. Con gusto comprobó que su cuerpo le respondía y que sólo los fragmentos del cristal baleado le habían provocado pequeñas escoriaciones, entonces descendió del vehículo.
Revisó el coche con detenimiento y miró los tres agujeros de entrada y salida de los proyectiles. Se quedó helado, las ojivas habían pasado rozando su cuerpo. Estaba vivo, en efecto, por puro milagro. Le habían disparado para matarlo en esa tarde del jueves 2 de agosto.
La anterior narración es verídica y con seguridad les ocurre todos los días a diferentes pobladores de Michoacán, algunos por desgracia pierden la vida, otros resultan heridos, y otros, muy pocos se salvan de la muerte. Atrás de cada caso hay una historia rica en humanidad que suele quedar oculta por el anonimato y la frialdad de un número estadístico.
El rasgo distintivo de este atentado es que se hizo en contra de quienes dirigen en Michoacán la agrupación no gubernamental Guardian Forestal que se ha encargado de operar un sistema de monitoreo en tiempo real que detecta el cambio de uso de suelo, la tala ilegal, la apropiación de aguas y en quienes ha recaído la tarea de generar la certificación ambiental, libre de deforestación, usos indebidos de agua, de incendios forestales, de las huertas aguacateras interesadas.
El vehículo que fue objeto del atentado es el que utilizan regularmente los responsables de Guardian Forestal. Si iban por el responsable del programa no pudieron percatarse de que él estuviera al volante porque los cristales del coche están entintados.
A pesar de que el programa de "certificación voluntaria", es solamente eso, y que el ámbito temporal de aplicación es somero, pues solo es prohibitivo para los cultivos instalados ilegalmente del 1 de enero de 2018 a la fecha, hay dos hechos que han irritado a muchos aguacateros, el primero: que con todas las limitaciones del programa, es una manera (tal vez entre otras que deban crearse) para desincentivar el cambio de uso de suelo; y, segundo, que motivados por este programa más del 80 % de las comercializadoras estadounidenses ya han tomado la decisión de no comprar el fruto con huella de deforestación, tal es el caso de Mission, GLC Cerritos, Brandons Fresh, NR Avocados, Calavo, Bonanza, El Llano, West Park, Del Monte, Baika, entre otras. En consecuencia, algunos aguacateros ya no han podido y no podrán exportar su aguacate a los Estados Unidos.
El atentado, sin lugar a duda, tuvo el propósito de generar terror y dejar claro el mensaje de poder de quienes se sienten afectados por la observación de un sistema que identifica en tiempo real los delitos ambientales como la tala ilegal, el cambio de uso de suelo, los incendios forestales y los usos indebidos de agua.
La base de datos que maneja este sistema es respaldado y compartido por instituciones académicas y comerciales globales, algunas de ellas en Estados Unidos, que ante el incidente han elevado sus reclamos y el compromiso para que dicha información sea usada con firmeza para el cuidado de bosques. La balas no destruyeron ni destruirán la información sobre la que se construye la dolorosa objetividad de la crisis ambiental de Michoacán, sigue intacta, disponible para ser usada contra la delincuencia ambiental.
La cantidad de información precisa que maneja este sistema de todas las huertas aguacateras y de todas las hoyas agrícolas, no gusta a quienes durante décadas se han manejado en la oscuridad. Saberse observados, quienes delinquen ambientalmente, es saberse limitados para el ejercicio de la impunidad.
En este contexto es que, desde hace algunas semanas en el sistema de comunicación digital de Guardian Forestal, se estuvieron recibiendo amenazas que podrían estar relacionadas con el atentado sufrido por personal de esta agrupación no gubernamental.
Todos sabemos que en diferentes zonas de Michoacán la actividad aguacatera está acompañada y protegida por la delincuencia organizada e incluso que hay plantaciones que son propiedad de jefes delincuenciales. Son huertas, que, por su procedencia, tienen origen en la violación de las normas ambientales, es decir, provienen de incendios forestales, cambio de uso de suelo y robo de aguas.
El atentado contra Guardian Forestal puede no tratarse de un evento solo relacionado con el robo de vehículos, la manera en que se operó indica que el propósito era arrebatarle la vida a quien conducía el vehículo de Guardian Forestal, dejando claro un mensaje de muerte. La trayectoria de los proyectiles da firmeza a esta hipótesis.
Les corresponde a las instituciones fiscalizadoras esclarecer el atentado, encontrar a los culpables y dar con los autores intelectuales de este intento de homicidio.