JUN 092024 El español hizo suyo el templo de la tierra batida con una entrega memorable, conquistando a un público que ya lo abraza como su nueva gran figura. Si la variedad en los golpes, la velocidad de piernas y la perseverancia son los pilares de la arcilla, el murciano encargó a medida su flamante traje de campeón. El No. 3 mundial resistió con madurez en una final eléctrica, derrotando por 6-3, 2-6, 5-7, 6-1, 6-2 tras cuatro horas y 20 minutos a Alexander Zverev, un jugador en esplendor sobre la superficie. El alemán, montado en una racha de 12 triunfos consecutivos en arcilla tras recuperar el trono de Roma, se presentó como un rival formidable por la copa más deseada. Su verdugo en Melbourne Park al comienzo de la temporada, Alexander planteó un partido abierto de principio a fin en la capital francesa. Ante la mirada de la Pista Philippe-Chatrier, Alcaraz completó un esfuerzo de seguridad personal en los mayores escenarios. El español, previamente campeón en el US Open 2022 y en Wimbledon 2023, se convirtió en el séptimo jugador de la Era Abierta capaz de ganar sus tres primeras finales de Grand Slam, colocándose a la altura de los mejores competidores que haya visto el deporte. Solamente el suizo Roger Federer, que atrapó sus siete primeros majors sin error en los partidos definitivos, ostenta una llegada más solvente a los templos del tenis. "Ha sido un trabajo increíble", dijo Alcaraz a su equipo durante la ceremonia de premios. "Durante el último mes hemos sufrido mucho con la lesión. Cuando jugamos en Madrid no me sentía bien. La semana siguiente hubo muchas dudas y al venir aquí no pudimos entrenar demasiado. Estoy muy agradecido al equipo y a las personas que tengo alrededor". "Todos los miembros de mi equipo se han dejado la piel para que mejore como jugador y como persona. Para que crezca. me siento muy agradecido, os llamo equipo pero somos una familia". En un duelo entre finalistas primerizos, algo inédito en París desde 2005, la tensión no tardó en brotar sobre la arcilla. Zverev abrió el partido con dos dobles faltas consecutivas, preludio de un inicio removido, donde ningún jugador logró conservar su primer turno de servicio. En esa maraña de nervios, el abanico de recursos de Alcaraz le entregó un aterrizaje directo en el ritmo de la final. El español logró elevar su nivel para imponer la derecha, los cambios de altura y los reflejos, llegando a quebrar tres veces el duro servicio de Zverev para atrapar la primera manga. |