
SEP 012012 En esas condiciones, compañeras y compañeros, asistimos hoy a este acto, por decisión de millones de mexicanos que nos exigen actuar con responsabilidad y amor a la patria a quienes integramos esta soberanía. La patria está lastimada, casi al borde del colapso, porque quienes han gobernado el país en los últimos 83 años, no han querido escuchar ni atender el clamor ciudadano, los avances alcanzados en algunas materias como derechos humanos han sido arrancados a tesón, a un costo muy alto y muy elevado de dolor y sufrimiento de muchas y muchos mexicanos. Hace casi 30 años ya, quienes hoy, y antes han ostentado el poder, han mantenido el gobierno, se mantienen aferrados a las recetas internacionales, quienes han mandatado los organismos vinculados a los temas del desarrollo, por cierto recetas ya obsoletas, superadas por exitosas y audaces economías emergentes que se atrevieron a caminar por un sendero diferente. Dichas recetas son traducidas en México a políticas públicas erráticas, corregidas y aumentadas por las tecnocracias transexenales, que sólo han profundizado la pobreza, la desigualdad y la injusticia, ahora agudizadas por el incontenible incremento de los precios de los energéticos como el gas, la luz y las gasolinas y con ello encarecer de manera irresponsable los costos de la canasta básica y de los alimentos del pueblo de México. Así, amigas y amigos, llegamos al 2012, con los derechos de los mexicanos violentados, prevaleciendo la corrupción, el engaño y la mutilación de la esperanza, porque el proceso electoral del primero de julio no deja satisfecha a la mayoría de la población mexicana, más del 50 por ciento de los ciudadanos creen que el proceso electoral del primero de julio no fue apegado a la legalidad y al derecho, por eso quien hoy se asume como ganador no lo hizo limpiamente, y percibe que las instituciones responsables de hacer valer el principio de objetividad, certeza, imparcialidad, se han convertido, más bien, en limpiadores y validadores de actos de corrupción, engaño y contubernio. En el proceso electoral permitieron que nuevamente se impusieran los poderes fácticos y el dinero de dudosa procedencia para inducir la voluntad ciudadana. Así, México no avanza, más bien retrocede y sólo se engendra resentimiento, frustración, enojo e impotencia social, cuando ve que quienes deberían ser garantes del cumplimiento de la ley y del Estado de Derecho, más bien funcionan como defensores de oficio de quienes violentan los principios supremos de la democracia y de la competencia electoral. Señoras y señores, la resolución del Tribunal estaba hecha, la similitud de los argumentos de sus integrantes, la unanimidad de sus votos, los denigran y los denuncian. Ni en la justicia, ni en la sociedad existe unanimidad. Por lo menos hace seis años, en sus considerandos, los magistrados tuvieron la honestidad de incluir la inapropiada intervención del Presidente de la República en el proceso electoral y de reconocer la guerra sucia que se había implementado en contra de nuestro candidato a la presidencia, el licenciado Andrés Manuel López Obrador. Ahora resulta que los señores magistrados no encendieron la televisión o la radio en meses, no leyeron periódicos, no salieron a las calles para ver lo que la mayoría del pueblo de México vio, para constatar la inmensa cantidad de recursos que el candidato presidencial del PRI utilizó en su campaña. Aquí no existió imparcialidad. La unanimidad de los integrantes del Tribunal da la impresión de que su resolución se elaboró en la mesa de redacción de algunos de los medios de comunicación que meses antes ya daban como triunfador al candidato del PRI. Qué desagradable contradicción, los responsables de hacer valer la Ley convalidan su violación. El Tribunal emitió una sentencia que valida una elección injusta, que viola el Estado de Derecho y agravia a la mayoría de los mexicanos; no actuaron a la altura de las circunstancias y con esa actitud degradan y desprestigian a las instituciones. Hoy, los garantes de la legalidad están en duda y bajo sospecha, su credibilidad está por los suelos y está perdida, por eso, señores magistrados, ese desprestigio los acompañará por siempre, demostraron que no tienen el nivel ni han estado a la altura de la circunstancia. Qué fácil decir o argumentar que las pruebas fueron insuficientes para comprobar la violación a las reglas. Impresiona, impacta, indigna que a pesar de lo que constataron millones de mexicanos los magistrados no detectaron una sola irregular. Pero no importa, nosotros sabemos nuestra historia y lo que representamos en este país. Somos la segunda fuerza nacional y los herederos de una lucha por las mejores causas de México, por lo cual no nos quedaremos en el reclamo, vamos a hacer valer la voluntad de 16 millones de mexicanos que queremos transformar a nuestro país. Vamos a defender la representatividad de la ciudadanía. No seremos una fuerza marginal, ni vamos a asumir una actitud contestataria o sumisa, no desperdiciaremos nuestra condición de segunda fuerza en la Cámaras del Congreso, y en esta condición venimos dispuestos a construir los acuerdos y los consensos para que el país avance. Queremos hacer las reformas y las leyes que México demanda, que la sociedad espera, sin vacilaciones y sin mezquindades. Por eso hay que asumir esta responsabilidad histórica que hoy tenemos encima y nuestra responsabilidad histórica será construir, desde nuestra trinchera, el cambio verdadero que demanda el pueblo de México. Nosotros siempre hemos cumplido la ley, qué lástima que los responsables de hacerla valer no lo hayan hecho. Por ello, convocamos y emplazamos a las demás fuerzas políticas para que actúen con responsabilidad y respeto, a que actúen en el marco de las circunstancias y que de una vez por todas dejemos atrás la simulación y la demagogia discursiva y aquí en las cámaras del congreso, de cara a la sociedad mexicana, se construya la agenda legislativa que los mexicanos demandan y esperan con impaciencia, no vamos a permitir que se legisle en otra parte, no aceptaremos la vieja práctica de que se legisle desde Los Pinos. |