JUL 232013 El Papa argentino, de 76 años, inició así en Brasil, el país con más católicos del mundo, su primer viaje internacional para presidir la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) del 23 al 28 de julio, a la que asistirán un millón y medio de personas. El Papa Francisco, apóstol de una iglesia misionera y cercana a los pobres, cumplirá una intensa agenda en este país sacudido recientemente por protestas sociales contra la corrupción y los pésimos servicios públicos, que incluye una visita a una favela, a adictos de crack y al mayor santuario católico de Brasil, Aparecida, en el estado de Sao Paulo. El automóvil cerrado que llevó al papa del aeropuerto internacional hasta la catedral metropolitana en el centro de Rio fue cercado por multitudes de personas en repetidas oportunidades, muchas de las cuales le tiraban regalos por la ventanilla abierta. El coche debió frenar varias veces, mientras los guardias de seguridad que corrían junto al automóvil alejaban a la gente. Tras llegar a la catedral, el papa subió al papamóvil e inició un paseo por el centro de la ciudad, hasta el teatro municipal. La multitud en delirio le rodeaba, mientras el papa, tranquilo, saludaba a todos con una sonrisa. "La venida del papa es una esperanza para el crecimiento de esta nueva iglesia", sostuvo el monje franciscano Everton Xavier Marques, de 29 años, de Minas Gerais (sureste de Brasil). Durante su visita de siete días en Brasil, Francisco buscará revitalizar a la Iglesia en Latinoamérica, su mayor feudo, pero donde pierde terreno desde hace tres décadas, sobre todo ante las iglesias pentecostales y el laicismo. El pontífice encontrará un Brasil confrontado a un creciente descontento social y en plena transformación religiosa. El hartazgo ante la corrupción política y la pésima calidad del transporte, la salud y la educación pública -en contraste con los millones que se gastan en estadios para el Mundial de fútbol 2014- llevó a más de un millón de brasileños, sobre todo jóvenes de clase media, a protestar en las calles en junio, en plena Copa Confederaciones. Las protestas terminaron muchas veces en enfrentamientos violentos con la policía y con saqueos y destrozos, la última de ellas el jueves pasado en Leblon e Ipanema, dos de los barrios más ricos de Rio. |