OCT 212017 Es el tercer día de festividades con motivo del patrono del barrio de San Lucas; como para cerrar con broche de oro el evento cultural más importante del estado y el país. Cientos, miles de personas provenientes de diversas poblaciones de la región se dan cita para participar en el famoso Toro de Once; los participantes lucen sus camisas bordadas a base de punto de cruz, un sombrero y el característico morral abastecido con destilados de agave. Son las once de la mañana del 19 de octubre, un toro pinto ha sido seleccionado, llevado a casa del jefe de tenencia, en este caso J. Encarnación Cortés Valencia, donde es adornado con cadenas de colores de papel de china en el cuello; un grupo de jóvenes lo controlan con lazos atados a los cuernos. Familiares del jefe de tenencia y su esposa Ricarda Salceda Méndez, ataviados a la usanza tradicional, encabezan el recorrido por las calles de Zacán tras del Toro de Once; la música de banda los acompaña hasta la casa de la carguera de este año, Alicia Méndez a donde van por ella y sus familiares. Empieza el recorrido por varias calles. Es mediodía y el sol está en lo más alto zenit y pega a plomo; cada minuto que pasa, se van agregando más personas al recorrido, en su mayoría jóvenes ataviados con su morral de cordel y estampado con alguna figura alusiva, dentro, bebidas refrescantes. La una de la tarde y la fila ya dista más de tres cuadras, y también ya son tres bandas de música de viento que no cejan de interpretar temas que la muchedumbre baila mientras avanzan lenta, muy lentamente por que en ocasiones el Toro de Once se regresa unos metros para avivar a la gente que corre para ponerse a salvo de alguna cornada. Es parte de la jugada. Son tres lugares emblemáticos del poblado a donde se concentra el mayor número de personas, donde lucen sus guanengos, blusas o camisas vistosamente bordados a base de punto de cruz, la pilita, la cancha y el toríl. Bailan, beben, disfrutan, gozan, sudan y corren, pero qué bonito es lo bonito; el cuetero busca un lugar seguro para subir los cohetes hacia el cielo donde retumban y anuncian que ha salido el Toro de Once y ubican el lugar por donde pasa; primera parada, la pilita, al pie del cerrito del pueblo. Cientos de personas han logrado algún lugar para poder observar todo lo que ocurre; La pilita se vista de colores por la gente que sube en sus lomos y el Mono de la Pila pareciera que está sonriendo de gusto por esta gran fiesta. El recorrido continúa por la carretera hasta llegar a la cancha de basquetbol, donde las bandas de música se lucen; la de Pomacuarán, Ichán o Ihuatzio, no dan tregua, una atrás otra mientras la multitud baila al mero estilo zacanense. Pero falta un buen trecho, de nuevo la carretera, entre los puestos de vendimias y el congestionamiento vial, la subida y el calor que no cesa; finalmente el toríl, allá por el auditorio cultural. Han anunciado que habrá jaripeo, ése es el objetivo del Toro de Once, anunciar la monta de toros, la música y el baile. Finalmente empiezan a zurcar el cielo unas nubes negras, pero también ya es a comer y prepararse para el jaripeo en una hora más. Poco a poco van bajando de nuevo. Lucio Ceras con su banda, los lleva a comer a su casa, otros con el jefe de tenencia y otros más con la carguera del San Lucas. Eso, eso es el famoso Toro de Once en Zacán. |