OCT 202018 Es un toro vivo que sale de la casa del jefe de tenencia y es llevado atado con lazos hasta la casa del carguero de San Lucas, el protector del ganado y de los toros; en su travesía es acompañado de familiares y amigos que llevan cohetes, banderitas de papel picado y lógicamente la banda de música. En la casa del carguero ya son esperados con ansia; rápidamente se organizan el grupo de jóvenes que controlarán al animal; detrás irán el jefe de tenencia con su esposa y los cargueros, luego la muchedumbre. Son tres bandas de música que los acompañan. El recorrido es largo, primero tendrán que sortear los puestos de vendimias instalados a un costado de la carretera y salir por calles del norte del pueblo hasta llegar a la "pilita", donde se reúne el mayor número de personas que buscan un lugar estratégico para observar el torito que trata de embestir a todo mundo que se le ponga enfrente. Las bandas musicales se alternan; el "toro pinto" es una de las preferidas; el destilado de cebada y agave con bebidas gaseosas se departe entre los grupos de familiares, amigos o simplemente conocidos. Tras un buen descanso, se tiene que continuar con el ritual. Y es que hay que llegar hasta la cancha de basquetbol, frente al templo, donde la mayoría baila al son que les toque la banda Santa Cecilia; algunos intrépidos osan intentar montar a la bestia, pero no lo logran. Luego de otro descanso, la travesía tiene que continuar rumbo al toríl. El toríl es el ruedo donde se lleva a cabo el jaripeo ranchero. De hecho, el Toro de Once es el preámbulo o anuncio de que habrá un buen jaripeyazo con una docena de toros, buenos jinetes, música en vivo y un buen ambiente, allá, junto a la cancha de futbol y el auditorio cultural. Por la noche, el baile popular en la cancha de la plaza que terminó hasta la madrugada de hoy sábado 20 de octubre, y con ello, han concluido con las actividades en el marco del concurso artístico del pueblo purhépecha 2018. |