NOV 022023 Con música de filmes de terror como fondo, y recibidos por un ser sobrenatural, comenzó el recorrido nocturno en un escenario, que, si bien es encantador de día, por las noches se vuelve tenebroso, al punto de sentir escalofríos al adentrarse más y más en él. El sonido de las pisadas en la grava sólo era interrumpido por instantes por la voz del guía que dirigía al grupo para dar instrucciones al momento de ingresar a los atractivos y por los susurros de la noche. La primera parada fue el herpetario, donde habitan más de 53 especies de reptiles y anfibios; y donde sólo los más intrépidos tuvieron en sus manos a una pitón burmes. En el acuario, además de observar a las 66 especies y 444 ejemplares, los asistentes escucharon el triste canto de una sirena que hace años se metía en los sueños de los visitantes provocando pesadillas espeluznantes. En el pasillo de las lechuzas, aves nocturnas con grandes ojos negros y redondos, y una capacidad para girar la cabeza casi 180 grados, su espeluznante y fantasmal sonido fue suficiente para hacer brincar a más de uno. En el área de grandes felinos y guarda animal, un zombie guía explicó un poco de la interesante vida nocturna de estos ejemplares, que no tardaron mucho en darse cuenta de que tenían compañía y acechaban sin pudor a los visitantes. En la Cabaña Encantada, la historia del malvado cazador cobró fuerza, ya que seres sobrenaturales aparecieron en las habitaciones de esa vieja construcción, demostrando que su espíritu y el de las decenas de animales que cazó a lo largo de su vida aún deambulan en ese lugar. A bordo del tren terrestre, visitaron el área de juegos, una zona que guarda a su alrededor una esfera de dolor, sufrimiento, lágrimas y sollozos. Las leyendas urbanas cuentan que ahí, es donde las sombras cobran vida en la figura de una pequeña niña o donde los columpios se mecen solos sin que sople el viento. Escalofríos recorrían el cuerpo de los valientes que atravesaban los juegos ante el arribo sorpresivo de payasos diabólicos que con una sierra trataban de alcanzarlos, al igual que momias, zombies y el mismísimo Lucifer. El Zoológico está lleno de sitios con un aura especial, sitios llenos de misterios que fueron aprovechados para contar historias que parecerían irreales, en contraste con la belleza de algunos de ellos. Para terminar la noche y calmar las frecuencias cardiacas, se ofreció champurrado calientito y pan de muerto a las más de 900 personas que se adentraron en el corazón del Zoológico de Morelia en una aventura nocturna sin igual. |