SEP 302023 Solicité entonces al Senador me permitiese compartir con nuestros lectores su discurso completo. Muy buenos días a todas ya todos. Gobernador constitucional del Estado de Michoacán, es usted respetado y respetable, Presidente Alfonso Martínez, muchas gracias por su invitación. Honorable Ayuntamiento. Respetables Autoridades. Morelianas, Morelianos. Michoacanos todos. Mi padre Sergio y yo nacimos aquí, en la misma calle, Ignacio Zaragoza, del centro histórico de Morelia. Todos los que nacimos aquí, en este Valle de Guayangareo, tenemos el privilegio, sí, de nacer en la ciudad más hermosa de México, pero también tenemos una deuda. Para mi, nacer en Morelia, es nacer con el deber de cuidar la Patria, porque en más de un sentido México también nació en Morelia. Muchos michoacanos han construido la historia de ésta nación. Somos, lo digo con humildad por los méritos de nuestros antepasados, inexpulsables de la historia de México, los michoacanos. A mí sólo me toca hoy, 30 de septiembre, recordar a uno de ellos. A José María Morelos y Pavón en su natalicio en 1765; porque junto a Josefa Ortíz de Domínguez, y otros mexicanos, alumbraron, desde ésta tierra bendita -como cualquier parto, entre sangre, tragedia y esperanza-, a nuestra nación en 1810. Morelos nació en Morelia, pero vive en todo México. Desde la colonia Morelos, donde está la Torre de Agua Caliente, en Tijuana Baja California, hasta Puerto Morelos en Quintana Roo; En el Estado que lleva su nombre, donde rompió el Sitio de Cuautla que le tendió el Virrey Calleja; En "la Morelos" de Tepito, de la Ciudad de México; En la monumental estatua de Janitzio que levantó el general michoacano Lázaro Cárdenas; En Montemorelos, Nuevo León; En la moneda de a un peso con la que jugábamos volados de niños en la escuela; Hasta fuera de la tierra, en el sistema de satélites que alguna vez tuvimos en el espacio. En las majestuosas pinturas de Monroy, O`Gorman o el patzcuarense Alfredo Zalce. Morelos vive en la tarjeta del banco del bienestar y en el logotipo oficial del Gobierno de México. Pero el homenaje más grande a Morelos, fue cambiarle de nombre a la antigua Valladolid, a su ciudad natal, en 1828, y llamarla Morelia. Desde entonces Morelos y Morelia, son sangre y corazón, que nos hace vivir y vibrar a los michoacanos. Morelos es herida de fuego en nuestra memoria, es conciencia nacional que compromete. Es aspiración a entregar el esfuerzo diario, por conquistar cada uno nuestros sueños. Hidalgo es la efusión, la efervescencia de una ansia de libertad. Morelos en cambio, es consolidación del camino a la independencia nacional. Hidalgo es el Padre de la patria, los michoacanos no lo negaremos nunca, pero reclamaremos que la abuela de la patria es de Ju-ru-rem-ba, Michoacán: Ana María Gallaga. Pero el Padre del Ejército, el Padre de nuestra Constitución y el padre del Poder Judicial es José María Morelos y Pavón. Hidalgo grita, Morelos siente. Hidalgo enseña, Morelos aprende. Hidalgo convoca, Morelos ordena y disciplina. Hidalgo enciende la llama de la mexicanidad, pero Morelos logró, desde el encuentro en Charo, el 25 de octubre de 1810, que jamás se apagara ese fuego. Por eso digo, que México nace en Morelia. Como persona, el Siervo de la Nación, tuvo aciertos, errores, enojos, pasiones amorosas, fervor por la Virgen de Guadalupe, valentía, amistad entrañable con Mariano Matamoros, y también, al final, cuando fue hecho prisionero en Temalaca, Puebla? tuvo miedo, e incluso consta que se retractó de su lucha. Ese Morelos de carne y hueso, me gusta, porque es como todos nosotros: frágil. Los héroes, son héroes, no porque son "superhombres", sino porque desde su fragilidad, realizan actos heroicos. Desde sus penas, equívocos, cariños, cumplen con su ciudad, con su familia y con su trabajo día a día. Morelos no fue un superdotado invencible, fue una persona mortal, que le dio sentido a su vida como arriero, como sacerdote, como estudiante, como militar y como líder. Como militar, el Generalísimo Morelos, fundó al Ejército del México independiente. Es el Padre de nuestro Ejército Nacional. En Tlacotepec, Guerrero, el 21 de noviembre de 1813, elogió a sus tropas, en un escrito que no deben olvidar nunca un soldado mexicano, "Rudimentos militares". Entonces Morelos les reconoció y yo aquí delante de la estatua de Morelos y las autoridades de Michoacán, lo hago; le reconozco a nuestras Fuerzas Armadas, su patriotismo, su firmeza , su sacrificio y su devoción a la lealtad. Morelos, Capitán del Ejército de América, en muchas ocasiones, llevó a sus armas a la victoria. Quien tiene mando sobre una tropa, debe saber escoger las batallas, para ganarlas. No se gana siempre, un General también puede perder y tener derrotas. Morelos, aquí en las Lomas de Santa María, perdió contra otro Moreliano que consumó la independencia, Agustín de Iturbide. Pero Morelos triunfó contundentemente en el territorio donde hoy nuestro Ejército mexicano arriesga la vida. Me refiero a la Tierra Caliente Michoacana y a Guerrero, tierra adolorida donde, hoy, deben lo deseo fuertemente, volver a ver triunfar nuestras Fuerzas Armadas, contra la delincuencia, para devolverle, en Michoacán y en todo México, el miedo a los criminales. Como líder político Morelos no sólo cumplió, trascendió y es eterno. Está por encima de todos los partidos y gobiernos. Es inmenso, rebasa cualquier anécdota electoral. Nos convoca a la unidad, a todos, sin regateos. A los dos meses del grito de Dolores, el 17 de noviembre de 1810, firmó el Bando del Aguacatillo, para suprimir las castas y abolir la esclavitud. Si algo detestaba Morelos, eran los privilegios que unos mexicanos gozaban frente a otros. Ni castas, ni razas, ni mexicanos divididos por sexo, preferencias ideológicas, religiosas o partidistas. Mucho menos unos mexicanos acomodados en los gobiernos por su situación económica, para humillar a los que menos tienen. Morelos repudió, que la América independiente tuviera un dueño. Fue claro y contundente, contra lo que opinaba el insurgente de Tlalpujahua, Michoacán, Ignacio López Rayón, que quería seguir perteneciendo al Reino de España. Aquí no debe mandar más rey que el pueblo, le reclamó Morelos. Nada de Rey, nada de Virrey, ni nada de un persona que sustituya a la ley. Desde esa igualdad soberana, Morelos funda la primera Constitución en tierra Americana. Morelos por eso es nuestro padre constitucional. Y no hay Constitución, sin plena garantía de igualdad, y sin una real división en el ejercicio del poder. El 22 de octubre de 1814, cuando se promulga la Constitución de Apatzingán, México nació al derecho. Y Morelos dijo: es "el día más feliz de mi vida". Desde entonces, Apatzingán, significa dos palabras claves y fundantes de nuestra vida nacional que Morelos las redactó: Soberanía y Congreso. El Reglamento que escribió Morelos, de su puño y letra, para el Congreso de Anáhuac, en Chilpancingo, el 11 de septiembre de 1813, somete al Generalísimo de las Armas, a las leyes de "público beneficio", decididas por la discusión de un cuerpo deliberante. Discutir, dialogar, deliberar, parlamentar, para todos obedecer una ley. Mexico nació con un Congreso como forma de gobierno. No nacimos con un dictador o caudillo, nacimos con unos sentimientos de la Nación; no nacimos por el capricho de un hombre, nacimos con un Poder Judicial, fundado en Ario de Rosales, para que los jueces aplicaran la ley, a los conflictos concretos. Morelos también funda el México de los jueces, atacar jueces y juezas, o no acatar sus sentencias, o comprar y redactar esos fallos con intimidación y dinero, es traicionar a Morelos. La soberanía es el espíritu de la Constitución de Apatzingán. Esa misma palabra, Soberanía, jamás se ha reformado o quitado de nuestras Constituciones, la heredamos de Morelos y la debemos cuidar. Ni en la Constitución de 1824, ya en el México independiente; ni en la Constitución de 57 , que redactó, entre otros, y firmó el michoacano Melchor Ocampo, quedó claro que esa soberanía reside esencial y originariamente en el pueblo. Igual que nuestra Constitución actual, la de 1917, estipuló que la soberanía morelense, la ejerce el pueblo por medio de sus poderes. El México soberano es herencia que nos dejó Morelos. Y la soberanía, como una planta, como un hijo, como una casa, como barro de Capula, guitarra de Paracho, o artesanía del Lago de Pátzcuaro, se debe cuidar, querer y atesorar. La soberanía se ama, como la amó Morelos. Pero ¿qué quiere decir hoy "Soberanía"? ¿Ahora, en 2023, pregunto: son soberanos los niños, las mujeres y los hombres de trabajo, de Carácuaro, de Huetamo, de Nocupétaro, de Puruarán, de Turicato, de Zitácuaro, por donde caminó Morelos? ¿Pueden salir libremente a las calles? La esencia y origen de la soberanía hoy, está en la vida plena de nosotros. La soberanía reside en un hospital público que arranca de la muerte a un mexicano con atención humana y medicinas de calidad. La soberanía está en una escuela pública que saca de la ignorancia a un mexicano, y le da herramientas para vivir, para "alejarlo de la rapiña y el hurto", como quería Morelos, en "Los Sentimientos de la Nación". La soberanía está en las Escuelas Normales que forman maestros críticos y en paz, y le da herramientas para vivir a nuestras niñas y nuestros niños; en Ejidos productivos,en comunidades indígenas sin derramamientos de sangre. La soberanía vive en la Universidad Michoacana donde Morelos conoció a Hidalgo. Le fallamos a Morelos y a su soberanía, sino podemos cortar y exportar Berries, Limones o Aguacates. Le fallamos a Morelos si los bancos o intermediarios se roban las remesas que los michoacanos mandan de Texas o California. Esta lastimada la herencia soberana de Morelos, si matan a un policía o humillan a un soldado, si secuestran a un alcalde, si matan a Hipólito Mora, si una madre buscadora no tiene una tumba donde llorar a su hijo. Traicionamos gravemente a Morelos, si un patrón explotador le roba el salario justo a un trabajador, por ejemplo en el Puerto de Lázaro Cárdenas. No vine aquí, autoridades, Gobernador, Alcalde, no vine aquí a la tarea fácil, de culpar a ningún gobierno. Vengo a convocarlos a todos a honrar en la vida diaria de nuestro trabajo público al más grande moreliano. No debemos olvidarlo nunca: Morelos, ordenó "moderar la opulencia y la indigencia", y ahí también encontrarán a todos los mexicanos y michoacanos de bien; independientemente de quienes gobiernan y "que se respete la casa como un asilo sagrado señalando penas para los infractores".Esta es la herencia de Morelos. Morelos y Morelia viven. Morelia brilla, como dice su Alcalde, por su pasado, por su presente y, estoy seguro, Presidente Alfonso Martínez, Gobernador Ramírez Bedolla, Morelia y Michoacán brillarán por su futuro. Termino. Y digo desde lo más profundo de un orgulloso corazón michoacano: mientras viva Morelos y viva Morelia, la Patria, nuestra Patria mexicana, vivirá? Muchas, Gracias! |