SEP 032021 La historia de UNAMSAT-B es un importante antecedente para la continuidad en el desarrollo de tecnología espacial y demostró al país y al mundo que la Universidad de la nación tiene grandes proyectos de impacto social por ofrecer en este campo. Además, dejó a sus creadores, a la Universidad y al país una lección de perseverancia y constancia, tesón, trabajo en equipo y coordinación. José Alberto Ramírez Aguilar, jefe del Departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Unidad de Alta Tecnología de la Facultad de Ingeniería de la UNAM en Juriquilla, y José Francisco Valdés Galicia, actual titular del Programa Espacial Universitario (PEU), recuerdan con orgullo la puesta en órbita del primer satélite hecho en esta casa de estudios y sus implicaciones. "Enviamos un mensaje de felicitación a todos esos jóvenes que participaron en el desarrollo del satélite UNAMSAT, enhorabuena por el aniversario número 25. Hoy nos toca honrar el pasado y continuar inspirando el futuro espacial de las nuevas generaciones", comenta Ramírez Aguilar. El 5 de septiembre de 1996, a las 07:48 horas tiempo de México, a bordo del cohete Kosmos 3M Polyot, desde el cosmódromo de Plesetks, Rusia, el satélite universitario inició su viaje al espacio. Casi nueve horas después Gianfranco Bisiacchi, director del entonces Programa Universitario de Investigación y Desarrollo Espacial (PUIDE), dio a conocer el éxito del lanzamiento, informó en su momento Gaceta UNAM. Apoyados por el entonces rector José Sarukhán Kermez, Bisiacchi y David Liverman se comprometieron con este trabajo y lo llevaron hasta el final. En este proyecto participaron estudiantes quienes dejaron su alma y corazón en él, y algunos de ellos, ya como doctores, impulsan esta área de estudio en la Universidad, enfatiza Ramírez Aguilar. "UNAMSAT dejó los cimientos y el mensaje al mundo de que la Universidad no se detiene y está a la vanguardia de la tecnología espacial; seguimos avanzando. Espero que el futuro en este sector tecnológico estratégico para el país sea mucho mejor para las nuevas generaciones", comenta el especialista quien en 1995 elaboraba su tesis en el PUIDE. Ramírez Aguilar recuerda especialmente a Saúl de la Rosa Nieves, hoy profesor de la Facultad de Ingeniería, con quien posteriormente colaboró en otro proyecto satelital dentro de un programa técnico entre México y la Federación Rusa; a Luis Bustamante y José Luis García. "Era mucho estrés, pero también mucho compromiso por parte de los jóvenes. Siempre había presión porque todos los subsistemas de servicio y de carga útil deberían estar concluidos, probados e integrados en los distintos módulos que conformarían el satélite. Pienso que eso fue lo que sacó adelante este proyecto, el compromiso y la pasión de los jóvenes que participaron", relata el jefe del departamento de Ingeniería Aeroespacial de la Unidad de Alta Tecnología. Hace un cuarto de siglo los jóvenes vieron a UNAMSAT como una gran oportunidad para participar en planes espaciales. Desafortunadamente UNAMSAT-1, punta de lanza, se perdió cuando el cohete que lo transportaba explotó y eso fue un golpe duro para el equipo de trabajo, expone el universitario. El exmiembro del PUIDE asegura que 18 meses después, con el lanzamiento de UNAMSAT-B, la situación cambió pues entró en órbita y revistas como QST Amateur Radio International avalaron que el satélite universitario enviaba datos a la tierra y aplaudieron el éxito de la UNAM por ser parte del desarrollo espacial. Con infraestructura de alto nivel Ramírez Aguilar detalla que desapareció el PUIDE y hasta 2003 se volvió a colaborar en el diseño de microsatélites con Rusia. Actualmente, a partir de diversas áreas, la Universidad trabaja nuevamente en el desarrollo de nano y microsatélites y se cuenta, desde la UAT, con instalaciones especializadas para pruebas e integración de proyectos espaciales, así como de instrumentación que viajará al espacio. El laboratorio tiene una cámara de termovacío única en el país y laboratorios de vibraciones, compatibilidad electromagnética, rastreo de satélites y recepción de su telemetría, cuarto limpio (donde se controlan las condiciones ambientales para evitar la entrada de patógenos) para hacer el ensamblaje de un satélite completo. Además, en Ciudad Universitaria está el laboratorio de instrumentación electrónica espacial para trabajar en este sector en la capital mexicana. Ramírez Aguilar enfatiza que la UNAM no puede quedarse al margen de esta nueva ola espacial que se vive en el mundo. Con las redes espaciales que están conformando diversas empresas, varias de las aplicaciones de la vida diaria se llevan a cabo a través de satélites y tecnología espacial. Actualmente en la UAT se desarrolla el nanosatélite K'oto (encabezado por Rafael Chávez Moreno), el cual se planea poner en órbita en 2022. Adicionalmente se espera la conclusión del proyecto KuauhtliSat (dirigido por Ramírez Aguilar), el cual tiene su antecedente en el proyecto Ulises. El nanosatélite hoy en día sigue contribuyendo en la formación de recursos humanos en el área espacial e incentivando a la generación de nuevas iniciativas de demostración de tecnología. Capacidad universitaria A su vez, José Francisco Valdés Galicia, coordinador del Programa Espacial Universitario, afirma que UNAMSAT demostró las capacidades universitarias. Actualmente la UNAM cuenta con la carrera de Ingeniería Aeroespacial y posgrados, la participación en concursos nacionales e internacionales para el diseño de satélites o aplicaciones y es un ejemplo, pues en sus diferentes instalaciones (en la Ciudad de México y otras sedes) se desarrollan seis proyectos satelitales con diferentes propósitos que mostrarán, una vez más, las capacidades que la Universidad tiene. El experto precisa que el Programa Espacial Universitario participa en proyectos encaminados a resolver problemas relacionados con los Objetivos del Desarrollo Sostenible, de gran beneficio para la humanidad y relacionados con temas de Medicina y Ciencias. En su momento, subraya Valdés Galicia, UNAMSAT fue un antecedente importante para lo que hoy es la Agencia Espacial Mexicana y trabaja con al menos una docena de universidades (como el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Iberoamericana y también de Estados Unidos), en diversos proyectos espaciales. "Estamos en un buen momento para desarrollar constelaciones de satélites que nos ayuden a la observación de la Tierra, de las telecomunicaciones o la salud en algunos de los ámbitos en los que es pertinente hacerlo en este país", recalca el experto en Ciencias Espaciales. Al concluir, menciona que actualmente está abierta la convocatoria para que estudiantes aporten ideas a fin de generar aplicaciones orientadas a proyectos espaciales que resuelvan un problema concreto, por lo que invitó a la comunidad universitaria a enviar sus propuestas a través del sitio http://peu.unam.mx. |