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ABR
23
2022
J. Jesús Reyna García (Ex gobernador de Michoacán) Morelia, Mich. Por una decisión política, determinada por no coincidir, ni aceptar posturas y decisiones del gobierno federal, en abril de 2014 fui privado de mi libertad sin sustento legal. En ese entonces, dirigentes de autodefensas dijeron públicamente "ese es un acuerdo político que teníamos con el comisionado", porque Jesús Reyna no nos quiso reconocer como autodefensas. Hace poco más de tres años fui puesto en libertad, después de casi cinco en prisión. La Procuraduría General de la República, ya sin el interés político peñista, se desistió "por falta de pruebas y para no afectar mis derechos humanos."
Poco después de obtener la libertad dije y lo reitero ahora: invito a quien tenga datos ciertos para acusarme de conductas indebidas, lo haga, pues a ello debo de responder.
También dije que los odios y rencores se habían quedado en donde estuve preso, pues de otro modo estaría sometido y determinado por ellos el resto de mi vida.
Termine diciendo:
Cuarenta años de servicio público, son los que llevo, NO HE COMETIDO DELITO ALGUNO, NO HAY PERSONA QUE VÁLIDAMENTE PUEDA SEÑALARME ASOCIADO A UN HECHO DE CORRUPCIÓN; EN EL ANONIMATO SE PUEDEN DECIR MUCHAS COSAS, A LA LUZ DEL SOL, LAS MENTIRAS BRILLAN. YO IRÉ CON LA CARA EN ALTO, LA MIRADA A LOS OJOS DE QUIEN SEA.
SALÍ A LA CALLE CON UN DESEO ACARICIADO TODOS ESTOS AÑOS, DECIR LA VERDAD, EXPONERME A LA LUZ PÚBLICA, AL SEÑALAMIENTO SERIO QUE HAYA, A LA ACUSACIÓN CIERTA QUE SE ME HAGA; PORQUE QUIERO LA LIBERTAD PARA MIS HIJOS Y LOS HIJOS DE ELLOS. PORQUE QUIERO LLORAR POR LA HIJA QUE YA NO TENGO, POR LOS DÍAS, LAS SEMANAS, LOS MESES, LOS AÑOS DE CONVIVENCIA QUE NOS ROBARON.
He querido puntualizar lo anterior, ahora que La Voz de Michoacán me permite retomar mi participación en este diario, lo que agradezco a sus directivos; será una aportación de vivencias y otra de opinión.
Y entonces a decir con verdad, empecemos:
El principal problema que tuvo la administración de Enrique Peña Nieto fue la confrontación de dos grupos en su gabinete; uno encabezado por Luis Videgaray y otro por Osorio Chong.
Osorio Chong y el gabinete de seguridad aceptaron una propuesta del gobierno michoacano, el eje principal era que la Policía Federal sustituyera totalmente a la policía municipal en 25 municipios. Los municipios, al no pagar nómina de policía, tendrían recursos para liquidar a sus ex policías y se iniciaría de inmediato un proceso de reclutamiento, selección y capacitación para generar nuevos cuerpos policiacos municipales.
El 13 de enero de 2014, en palacio de gobierno en Morelia, se dio a conocer el plan; estuvo el Secretario de la Defensa, el de Marina, el Procurador de la República, el Director del CISEN, y el Secretario de Gobernación quien dio a conocer el compromiso.
Al día siguiente por la noche, sin enterarlo del motivo, el gobernador fue citado para el siguiente día (15) a la Secretaría de Gobernación. Al llegar, le informaron que el presidente Peña había decidido nombrar un comisionado en el estado y él debía estar presente en el anuncio y presentación; no se le permitió opinar y tampoco que hiciera uso de la palabra en ese evento. Así que el gobernador no propuso que hubiera un comisionado en el estado, lo impuso el Gobierno Federal de manera determinante.
Dos días después se dio un vuelco a la estrategia de seguridad convenida para Michoacán. Seguramente querían ensayar en el estado lo de autodefensas (un poco de Colombia), para después replicarlo en otros estados.
Se designó Comisionado a un viejo policía, con lealtades bien establecidas, Alfredo Castillo Cervantes, quien veinticuatro horas después del anuncio, estaba recorriendo victoriosamente el Palacio de Gobierno en Morelia.
Al día siguiente fui convocado por el Gobernador Fausto Vallejo a Casa de Gobierno; se encontraba el Comisionado, me pidió que le acompañara a una Rueda de Prensa donde estaría el comisionado y se anunciarían los cambios del Procurador, Secretario de Seguridad y del Consejo Estatal de Seguridad; pregunté si estaban informados los que salían, particularmente el General Baca, Secretario de Seguridad propuesto por el Secretario de la Defensa. Quien contestó mi pregunta fue el comisionado, quien dijo que no, pero que no importaba, el Gobernador confirmó la decisión, ninguno fue informado de su despido. Así, impositivamente inició sus actividades Alfredo Castillo. Ahí se dio el, aunque suave, primer diferendo del que escribe con el Comisionado.
Pocos días después, en una reunión en la zona militar de Apatzingán, con altos mandos del Ejército, la Marina, la PGR, el CISEN y el Sistema Nacional de Seguridad, el Comisionado comentó la decisión de reunirse con los autodefensas y esbozó parte de la estrategia a ensayar; ya que habían tomado la determinación, dejar que ellos combatieran a la delincuencia organizada, expresamente a la Familia Michoacana o Caballeros Templarios.
Yo expresé mi punto de vista, rechazando que el gobierno federal (el Comisionado) se reuniera con los grupos armados, autodefensas, pues era una capitulación del Estado Mexicano, ante un grupo que en los hechos se levantaba en armas en contra de las instituciones, y sostuve que la seguridad pública era una responsabilidad que debía de cumplir el Estado; consecuentemente, eso demostraría una pérdida de las instituciones y su incapacidad para cumplir sus funciones de gobernar.
Obtuve del Comisionado una respuesta dura, cargada de enojo, y reiterando su postura.
Únicamente el Secretario Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública manifestó que coincidía con lo que yo había expresado.
Buscando mejorar la relación, le pedí al Comisionado una reunión, estuve con él para distensionar la relación y ahí conocí lo procaz que era, y el despotismo con su gente.
Después vino un fuerte reclamo que hizo al Gobernador porque, a mi propuesta, habíamos designado un Comisionado del Gobierno Estatal en la tierra caliente, lo que sentía como competencia. Decía de la gran molestia que causó a Alfredo Castillo, que el Gobierno de Michoacán designara por su parte un comisionado para la región de la tierra caliente; de inmediato, con todo el apoyo que tenía, le dieron acceso a un programa de noticias de televisión, en cadena nacional y, visiblemente molesto y con su habitual prepotencia, enfadado y enfático, dijo: "yo soy el único comisionado y nadie más", nuestro comisionado Rubén Pérez Gallardo, que iba en camino a Apatzingán, para iniciar su encomienda, lo escuchó y me llamó para preguntarme que si se regresaba, sólo contesté: "me llamas cuando estés en Apatzingán".
Con Pérez Gallardo, que permaneció en la tarea, nosotros hicimos nuestro trabajo, apoyamos en reparación de escuelas, etc., y tuvimos un canal directo de comunicación con autoridades, ciudadanía en general y también con los autodefensas.
Hubo una segunda reunión con mandos militares, de Marina, Policía Federal y CISEN, entre otros; para entonces, el Comisionado ya se había reunido con autodefensas en Tepalcatepec, supuestamente en sigilo que no fue tal, pues se hizo público y los autodefensas se sentían ya fortalecidos y apoyados, queriendo salir de la zona a donde estaban reducidos. El Comisionado planteó entonces la conveniencia de registrar las armas de los autodefensas, que eran de calibre reservado al Ejército (cuernos de chivo, AR15, pistolas de calibres 38, 9mm y 45). Aunque nadie de los asistentes dijo estar de acuerdo, ninguno se opuso, la fuerza real del Comisionado no estaba en el Decreto que dio vida a la Comisión a su cargo, sino en las instrucciones presidenciales al Gabinete. Mantuve mi postura, me opuse señalando que era una forma de legalizar armas, posesión y traslado de las mismas y finalicé diciendo que aquellos que lo hicieran, aunque pertenecieran al Ejército, cometerían un delito, como lo cometieron. Y esas son muchas de las armas que hoy circulan por todo el Estado.
En las reuniones, sin cuidado alguno, ni respeto mínimo, el Comisionado asumía decisiones que correspondían al Gobernador o Gobierno de Michoacán. Le pedí hablar con él. Después de dejar a un Secretario de Estado en el cuartel de la XXI Zona Militar, nos trasladamos a Casa de Gobierno, el Comisionado manejando y el que escribe, entonces le dije: Alfredo, nosotros tenemos la intención de que salgas bien en tu comisión, en tu encargo, por que eso sería para bien de Michoacán y todos tenemos la decisión y el empeño de apoyarte, pero nos incomoda tu trato hacia el Gobernador, todos nos sentimos molestos, pues él es quien representa al Estado de Michoacán y es el Jefe de todos nosotros, trátalo con respeto, con atención, eso mejorará en mucho la disposición de todos. Me dijo, no es intencional, soy descuidado en eso, fíjate que una vez, estando yo de Procurador en el Estado México, me buscó el exgobernador Emilio Chauyfet, no le pude contestar, ni me reporté, por lo que éste llamó al Gobernador Peña Nieto y fue entonces cuando me comuniqué con él. Le comenté: "ojalá hagas un esfuerzo", ya no hubo respuesta y no creo equivocarme si digo que su rostro denotó su molestia. Tampoco hubo cambio alguno en su actitud, pues siguió conduciéndose de la misma manera.
Castillo dijo al Gobernador que quería tener una oficina en Palacio de Gobierno y otra en Casa de Gobierno, mi comentario al Gobernador fue: no estamos para obstaculizar su tarea, pero el Gobierno Federal es una cosa y el Estatal otra, si no mantenemos esa distancia, luego va a estar tomando decisiones de la única competencia del Gobierno del Estado, él puede ubicarse en cualquiera de las oficinas que la federación tiene aquí. El gobernador decidió entregarle el área que estaba destinada a su Secretaría Técnica en Casa de Gobierno, no le gustó y finalmente se ubicó en una oficina en Tres Marías, acorde al tamaño de su ego.
Erróneamente, el Comisionado estimó que tenía en mí a un enemigo, en realidad no era así, lo que yo pretendía era apoyar de una manera plena y decidida.
Pronto supe las consecuencias de mi postura, él decidió realizar reuniones con "su" Procurador Martin Godoy, "su" Secretario de Seguridad Pública Carlos Hugo Castellanos Becerra, con "su" Secretario del Consejo Estatal de Seguridad Bernardo Trelles y con sus cercanos como Mariana Sosa que nunca faltó, en el área del Despacho del Gobernador en Casa de Gobierno, participaban algunos funcionarios estatales, yo no fui convidado pero de todo estuve enterado.
En una de esas reuniones se comentó que se había detenido a "El Americano" (autodefensa de Buenavista) y que había sido puesto en libertad por instrucciones del Comisionado. Después, con el tiempo, una persona imprudentemente preguntó en esa mesa, ¿cuándo van a detener a "El Americano"? Y el Procurador Martin Godoy contestó: "cuando me desobedezca".
Un chasquarrillo de esas reuniones. El Gobernador tenía en el acceso a su despacho, un sanitario privado para su uso exclusivo, el cual usaba el Comisionado, lo que causaba molestia al Jefe de la Casa.
Separadamente, para ver cuestiones financieras y políticas, el Comisionado se reunía con Oscar Juárez Davis, a quien obligadamente el Gobernador había nombrado subsecretario de Finanzas, José Carlos Rodríguez Pueblita, Eduardo Orihuela ocasionalmente, Jesús Alcántara, funcionario de SEDATU y algún otro michoacano invitado especial del Comisionado.
Por otra parte, en una reunión que tuve con el Subsecretario de Gobernación Luis Miranda Nava, éste me comentó que Castillo estaba planteando, allá en la Ciudad de México, mi salida del Gobierno de Michoacán. Lo entendí, pues algunos de los que encabezaban a los autodefensas decían abierta y públicamente que no tardaba yo mucho en salir del Gobierno, que el Comisionado había hecho el compromiso con ellos, esto fue noticia en varios medios de comunicación locales.

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