NOV 022016 La noche de este primero de noviembre contó con la luz de las estrellas en el cielo y la de las velas en el suelo y en el espacio entre ambos sitios familias llevaron a los cementerios de Pátzcuaro, Tzintzuntzan y Quiroga ofrendas no a la muerte, sino a la memoria de la vida de sus seres más queridos. La tradición se mantiene, con cambios en algunos casos más notorios que en otros, pero la esencia que es el cariño de la familia, los amigos y de la comunidad en conjunto se sostiene. La velada fue también una oportunidad para presentar a México al mundo, pues los ojos de miles de viajeros procedentes de distintos puntos del orbe se centraron en los campos santos michoacanos. Murmullos en diferentes idiomas se maravillaron del color de la vida que fue llevado en forma de flores a los panteones. Las cámaras de los viajeros fotografiaron lo eterno, el alma de México. |