FEB 062022 De acuerdo con el fundador y titular del Laboratorio de Biorobótica en la Facultad de Ingeniería (FI) de la UNAM, Jesús Savage Carmona, para que ocurra lo anterior se requiere que sus sistemas evolucionen y se hagan más complejos, a fin de que sean entes "conscientes o semiconscientes", y que se posibilite esa relación. "Solo podremos considerar este acercamiento cuando tengamos y definamos cómo ?llevar' esa ?conciencia' y qué sitio cerebral se activa para indicar que un ente es ?consciente'; creo que lo vamos a hacer, no quiero predecir, pero puede llevar 30 años, 100 años, no lo sé", afirmó. Primero debemos definir qué es el afecto para poder decir "mi robot me quiere"; se posibilita a través de la ciencia, podemos simular eso, por supuesto que lograríamos hacer que responda, me mire y considerar que manifiesta una emoción al verme, pero debemos dejar claro que eso es totalmente artificial, puede considerarse en apariencia realista, pero no es indicativo que lo haga en forma natural: "es mentira eso que te muestra". Savage Carmona, especialista en robots móviles y agentes inteligentes, explicó lo anterior a propósito de las versiones difundidas en el mundo sobre parejas "establecidas" entre humanos y autómatas en el continente asiático. "Desafortunadamente se ha extrapolado la información sobre lo que ocurre, ha habido casos de robots como ?Sofía' que hasta le fue otorgada la nacionalidad en Arabia Saudita, incluso cuenta con pasaporte para viajar, pero en realidad la robot no tiene conciencia, es un autómata, que aun con cierta autonomía, alguien controla", explicó. Esto puede atribuirse, continuó, a que en las culturas orientales, específicamente en Japón, hay una creencia de que los objetos tienen alma, una lámpara, por ejemplo, y aunque sea a un nivel comercial y minúsculo, ahí estuvieron hace unos años los denominados "Tamagotchis", o mascotas virtuales. Existe una cierta familiaridad atribuida a los objetos, aunque no de manera generalizada, lo podemos corroborar con los asistentes virtuales inteligentes como "Alexa" y "Siri", o el ayudante de Google, que la gente les comienza a tomar afecto, incluso les hablan con cierta entonación. Para el experto universitario, es el afecto y la interacción humana tal vez lo que realmente se está perdiendo. En el capítulo uno de "Yo, Robot", del escritor ruso Isaac Asimov (1950, Editorial De Bolsillo, en español), se describe la fascinación que ha ejercido en la humanidad este "aparato fabricado por el humano, capaz de detectar, comprender e interactuar con su entorno". - ¿Qué ocurre, querida? -Ya sabes lo que ocurre. Es Gloria y esta terrible máquina. - ¿Qué terrible máquina? -No finjas no saber de lo que hablo. El robot, al cual Gloria llama Robbie. No se aparta de ella ni un instante. - Vas a escucharme, George. No quiero ver a mi hija confiada a una máquina, por inteligente que sea. No tiene alma y nadie sabe lo que es capaz de pensar. Una chiquilla no está hecha para ser guardada por una "cosa" de metal". La seducción por el robot aumentó a partir del siglo XV con la inquietud de Leonardo Da Vinci. Sin embargo, es hasta hace 100 años cuando el escritor checo Karel ?apek creó el término "robot", el cual hizo público en la obra "R.U.R." (Rossum's Universal Robots) presentada en el Teatro Nacional de Praga en 1921. Relación simbiótica "Por supuesto, en un principio se había pensado que los robots iban a sustituir completamente a los humanos, pero nos hemos dado cuenta que eso no va a suceder como tal, sino más bien lo que se espera en el futuro cercano es que sea una relación simbiótica, donde tanto los robots como los humanos colaboren", aseguró Jesús Savage. El investigador, junto con un grupo de universitarios de diversas generaciones, son los creadores de "Justina", un androide de servicio construida en 2006, en el Laboratorio de Biorobótica de la FI, en el que convergen estudiantes de licenciatura y posgrado de vocaciones afines. En poco más de una década ha competido en todos los rubros del ámbito robótico, en China, Japón, Singapur, Turquía, Holanda, Alemania, Austria, Francia, Brasil, México y en Sídney, Australia. Cabe destacar que el uso de robots industriales en las fábricas del mundo se ha acelerado a un ritmo considerable. De acuerdo con el reciente informe de la Federación Internacional de Robótica, del pasado 14 de diciembre, el promedio de densidad a nivel mundial en las manufactureras es de 126 por cada 10 mil empleados. Esto representa casi el doble que hace cinco años, cuando se registró un promedio de 66 unidades. Por regiones, la densidad promedio en Asia-Australia es de 134 unidades; Europa, 123; y en América, 111. Los cinco países más automatizados son: Corea del Sur, Singapur, Japón, Alemania y Suecia. |