
NOV 072025 No hubo comercio abierto, ni camiones de carga, ni clases en las escuelas. Las gasolineras cerraron, los negocios bajaron sus cortinas y las oficinas suspendieron actividades. Todo Uruapan, literalmente, se detuvo. El motivo fue la protesta convocada tras el atentado que cobró la vida del alcalde Carlos Manzo el pasado sábado, hecho que estremeció a la ciudad y encendió un reclamo generalizado de paz y seguridad. El contingente avanzó lentamente por el Paseo Lázaro Cárdenas, una marea humana que vestía de blanco y portaba pañuelos, flores, carteles y sombreros, símbolo del movimiento ciudadano que se ha formado a raíz de esta tragedia. Desde los altavoces, una sola palabra se repetía con fuerza: "¡Justicia!" "Esta no es una marcha por un hombre, es por todos los que han caído", dijo Grecia Quiroz, la viuda de Carlos Manzo, quien acompañó el recorrido entre aplausos y lágrimas. "Queremos una justicia que no sea selectiva, que llegue a cada familia que ha sido víctima de la violencia." Lo que comenzó como un duelo se transformó en un clamor colectivo. Uruapan, una ciudad marcada por la violencia, decidió alzar la voz sin miedo. No hubo rostros cubiertos, ni consignas de confrontación. "No somos delincuentes, no tenemos por qué cubrirnos el rostro", expresaron algunos manifestantes al inicio del recorrido. Y cumplieron, la marcha avanzó en total calma, con respeto y firmeza. El destino final fue la Pérgola Municipal, el mismo sitio donde ocurrió el ataque contra el edil. Allí, las familias se reunieron, levantaron sus sombreros y guardaron un minuto de silencio. Luego, el silencio se rompió con un eco que retumbó en el corazón de la ciudad: "¡Uruapan quiere paz!" Así, la jornada concluyó sin disturbios, pero con una poderosa demostración de unidad ciudadana. La voz de miles resonó más allá de las calles del centro. Una exigencia de justicia que busca trascender las fronteras de Michoacán y del país entero. "Seguiremos aquí, hasta que la justicia no sea promesa, sino realidad", dijo una mujer al final, resumiendo el sentir de todo un pueblo. |