Dolor y llanto en Antúnez; sepultan a dos de las victimas

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ENE
15
2014
STAFF IM Noticias Parácuaro, Mich. "Paz para Michoacán", gritaba el pueblo que a la vez exigía justicia para sus muertos, en un escenario que al parecer jamás concederá este anhelo, pues los panteones siguen llenándose de personas caídas en esta incesante ola de violencia.

Durante los funerales de Rodrigo Benítez Pérez, de 26 años de edad y de Mario Torres Pérez, de 56, los habitantes de esta localidad lloraron y otros contuvieron las lágrimas con un nudo en la garganta, más aún quienes los conocían.

El más joven de ellos, Rodrigo, era conocido como "El Huachito", quien era campesino y ayudante del panteonero, que siendo mayor que él, ahora irónicamente lo sepulta mientras repite una y otra vez: "Ay Huachito, Huachito, me tocó venirte a guardar, amigo mío".

Y es que Don Ángel apreciaba sobremanera a este muchacho con quien compartió largas pláticas en el Campo Santo, cuando limpiaban tumbas y ambos fumaban un cigarro: "Era un hombre de bien, nunca se metió con nadie y siento más su pérdida porque lo conocí, por eso lamento sepultarlo".

La madre de Rodrigo lloró todo el camino de la iglesia hasta el panteón "me prometiste que nunca me dejarías", decía inconsolable, pues él siempre fue su principal apoyo moral ?tanto que he cuidado a mis hijos para que ahora nos pase esto ¿Por qué me lo mataron??, preguntaba la mujer, a quien nadie sabia darle una respuesta.

Cerca de la tumba del joven Benítez está la de El Apache, otro habitante de esta comunidad, a quien a diferencia de Rodrigo mataron por estar involucrado con el crimen, aseguraron los propios ciudadanos.

Lo anterior, solo demuestra que de un bando y de otro continúan las muertes, la sangre de pueblos que antes fueron hermanos sigue siendo derramada en un panorama que pinta no tener fin.

También, la mamá de El Apache llora: "Esto nunca se va a acabar, a ti también te mataron hijo mío, este infierno no va a parar jamás" y arrodillada abraza una cruz que está en el sepulcro de su descendiente.

El terror, la corrupción y el crimen se han apoderado de esta tierra de gente noble y hospitalaria, donde nadie debería morir, así se percibe la vida en lo que en otrora era un pueblo tranquilo y lleno de armonía, donde todos se conocían y saludaban, de acuerdo con lo narrado por los propios parroquianos.


Las cajas fueron colocadas en las fosas, otra vez lágrimas, gritos desgarradores, agua bendita y puños de tierra que son arrojados en las tumbas, mientras la banda toca canciones de despedida, son las imágenes que forman este retrato que hace clamar un Michoacán mejor con la amargura de quizás no poderlo tener.

Otro de los fallecidos durante el ataque del pasado lunes, registrado precisamente aquí en Antunez y que los lugareños atribuyen a los soldados, es Alfredo López Flores, de 25 años, quien era ciudadano americano y vecino de Buenavista; persona que era guardia de autodefensa, sepultado también este miércoles en su tierra natal, a quien sus compañeros despidieron con un disparo al aire, en una detonación que se fue apagando hasta ser suplida por el silencio de la tristeza.



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