SEP 152015 Ya en la Nueva España se tenía fama que los mexicanos éramos fiesteros, que nos encantaban los cuetes. Somos un pueblo dado a la fiesta y esta es una fecha clave, es un símbolo de unidad, refiere el investigador Héctor Zagal, académico de la Universidad Panamericana. Sin embargo, admitió, gran parte de los mexicanos no conocemos la historia y a veces pensamos que en realidad fue un proceso corto, nos quedamos en lo bonito, olvidamos el trágico 13 de septiembre de 1847, día en que pierde México la mitad de su territorio y nos quedamos con el 15 y 16 de septiembre de 1810, que fue el inicio de una guerra larga y de como México terminó perdiendo también algo. Para el terapeuta y académico de la Universidad Intercontinental (UIC), Juan Pablo Brand Barajas, "el Grito", es parte de nuestra cotidianidad y se vuelve el pretexto perfecto para la reunión. La finalidad de las festividades es el sentido de cohesión, particularmente en los rituales cíclicos como el 15 y el 16 de septiembre. "Necesitamos un elemento que convoque y a partir de ahí, la fiesta, gran parte del país se conecta a la televisión que se convierte en plaza pública, y ahora Internet, es como el pretexto para reunirse y después de eso, empezar la fiesta, parecido al Año Nuevo". De hecho, el autor mexicano Jorge Portilla, en la década de los 40 escribió el libro "La fenomenología del relajo", él lo veía como una característica propia de México, decía que el relajo incluía la burla, la risa y partiendo de que se ríe cada pueblo, se puede entender la personalidad del lugar. En estas festividades cíclicas, la fiesta, el relajo, el ruido es una forma de minimizar el malestar o descontento social; los gritos, la burla, el albur, son una forma menos violenta de expresar la agresión y hay una cierta liberación. Lo que sucede en festividades como la noche del 15, precisa Brand Barajas, se tiene que cumplir con el ritual, hay palabras sagradas en el formato o el rito, que incluye objetos sagrados, como la campana de Dolores que trajo Porfirio Díaz en el siglo XIX a Palacio Nacional, así como la bandera. Y terminando el ritual de "El Grito", ya después de los cuetes, viene todo el relajo, se suspende la seriedad, con el "me vale madre", que es cuando se libera todo. Según Brand Barajas, autores de los libros clásicos de psicología del mexicano como Santiago Ramírez, Samuel Ramos, Octavio Paz, en el caso específico de "El laberinto de la Soledad", dejan en claro el tema del ruido, y aunque muchos no estén de acuerdo, tiene que ver con una incapacidad para estar solos y para vivir la soledad, acotó. En ese sentido, hay países que son solitarios, muy tendientes a estar solos, pero no es el caso de los mexicanos, que "nos cuesta mucho trabajo la soledad, la cual nos lleva a la introspección y nos hace darnos cuenta de las cosas y el malestar". Es muy propio en México, que vayas al lugar que vayas, ya sea la montaña más aislada y de repente a media noche suenan los cohetes y la música grupera, no hay manera de huir. Si lo llevas a la vida espiritual y religiosa, en general en México, no ha habido mística, porque no están las condiciones para ese nivel de concentración. Somos mucho más hacía afuera, influye desde el tema social hasta el factor climático, históricamente hemos podido estar afuera; hay otros países que son introspectivos porque no les queda de otra, pero al menos la mitad del año la tienen que pasar adentro de su casa, en nuestro caso, somos más hacia afuera, lo que posibilita el relajo, el reírse, el ruido, nos permite estar más en comunidad y eso, si es una herencia de los pueblos prehispánicos, el factor comunitario. |