ABR 112013 Mientras autoridades estatales y federales se empeñan en decir que el asunto de las guardias comunitarias en Michoacán está controlado, la realidad es otra, hay llanto y dolor en Felipe Carrillo Puerto "La Ruana" y su gente piensa armarse hasta los dientes y pelear hasta las últimas consecuencias. "Masacrados como animales, eso le hicieron a niños, mujeres y ancianos, con ninguno tuvieron piedad, les dispararon con armas largas, con Cuernos de Chivo, les aventaron granadas a sangre fría", narró una de las ruanenses refiriéndose al múltiple ataque que sus conciudadanos sufrieron el pasado miércoles, con saldo final hasta el momento de nueve muertos y 10 lesionados. Las agresiones fueron en Cuatro Caminos, Coróndiro, Los Girasoles y San Juan de los Plátanos, una tras otra contra un grupo de al menos 500 manifestantes. Su semblante lo dice todo: impotencia, rabia y sed de justicia, sed que irónicamente no logra ser saciada en el calor de Tierra Caliente: "Me dejaron con dos niños, yo no sé hasta cuándo va a parar esto, ellos iban sin armas, mi esposo decía que nomás el puro pecho por delante, nosotros ni un pinche cuchillo filoso tenemos para defendernos, es una impotencia que no tengo palabras para describir todo lo que siento", expresó una de las viudas de una de esas víctimas caídas en la entrada del fraccionamiento Los Girasoles, en Apatzingán. La ultima llamada La misma entrevistada, que bien podría ser una de las tantas amas de casa que espera a su esposo tranquilamente en su casa sabiendo que regresará, no lo es y se ha convertido ya en el pilar de su hogar con dos hijos que mantener, en medio de la lucha contra el crimen, que aunque se quiera maquillar con cifras bajas y cosas bonitas sigue siendo lo mismo que era cuando nació, sangre, lágrimas y familias desintegradas. "Cuando todo pasó mi marido me llamó, yo ya presentía algo malo y él no me quería decir qué estaba pasando, me dijo que él estaba bien y que no pasaba nada, que no tuviera miedo y que si estaba luchando era por nuestros hijos, después no volvió a contestar". Cirios, rezos, sollozos y otra vez llanto, frente a ataúdes de personas que alguna vez rieron, bromearon, amaron y que ahora se unen al silencio eterno de la muerte. Un cortejo fúnebre marcha rumbo al panteón y la escena lo dice todo, las cosas en La Ruana están que arden. Una base militar Militares llegan al pueblo y establecen una base para dar seguridad a los lugareños, quienes los ven ya sin inmutarse: "La seguridad aquí nos la damos nosotros mismos, ninguna autoridad volverá a desarmarnos otra vez porque solo aquí sabemos porque luchamos y contra quien lo hacemos", manifestó uno de los policías comunitarios. El día de los ataques varias personas salieron malheridas, con las piernas destrozadas, con impactos de bala de grueso calibre en el abdomen y otras partes del cuerpo, y todas eran atendidas por paramédicos que manchaban sus manos con sangre para auxiliarlas: "Fue un verdadero infierno y la gente no traía armas para defenderse, con trabajos sabían usar un gancho para cortar limón", fue otra de las voces de reclamo. Las viudas y los niños María ya no volverá jamás a ver a su esposo, aquel hombre fuerte que conoció y de quien se enamoró, quien la invitaba a comer helados en la plaza de La Ruana, mientras el sol se ocultaba al tiempo que las siluetas de ambos se acercaban para darse un beso, así se declararon su amor y decidieron formar una familia en lo que era una comunidad tranquila, recuerdo añejo que la mujer no podrá borrar de su mente, más aún que su marido fue ultimado solo por expresar lo que pensaba. "Fueron a Cuatro Caminos a reclamar seguridad para poder trabajar, para que los empaques de limón se reabrieran y a cambio recibió la muerte, mientras los altos funcionarios eran escoltados por varios federales y otras autoridades, esto cuando la gente era acribillada sin ninguna protección", recordó la viuda. Otra de esas historias es la de Manuel, su papá lo enseñó a trabajar, a ser un muchacho y un hombre responsable, pero ahora esa figura paterna no estará más, él se queda callado mientras su madre platica del asesinato de su padre y al fondo de ella cuelga una foto donde están juntos los tres, otra familia destruida por las balas que está inconsolable ante un féretro. En medio de todo esto, Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación a nivel federal dijo que resolverá la situación de las guardias comunitarias en Guerrero tal como se hizo en Michoacán, pero la verdad es que todo sigue igual en las tierras purépechas y se pronostican más historias escritas con sangre, por lo menos en el Valle de Tepalcatepec, donde se encuentra La Ruana, cuyos habitantes siguen "a tambor batiente" aunque funcionarios estatales digan que solo son un grupo de 30 personas. |