SEP 222021 Gregorio Vidal Bonifaz, colaborador del Programa Universitario de Estudios sobre Asia y África (PUEAA); Alejandro César López Bolaños, investigador del IIE, y Roberto Soto Esquivel, de la Red Iberoamericana de Estudios del Desarrollo (RIED), realizaron un conversatorio donde debatieron sobre la "Deuda externa y gasto público", en el tiempo actual. López Bolaños destacó que desde la década de los 80 la recomendación del Fondo Monetario Internacional ha sido mantener el superávit fiscal, un alto nivel de reservas internacional, fomentar la atracción de capital, particularmente, de cartera y fomentar la inversión extranjera. Sin embargo, los resultados de estas recomendaciones han sido catastróficos generando problemas de desigualdad social, condicionalidad en la generación de empleos, transferencia de recursos o entornos especulativos que han sido un gran lastre de las economías latinoamericanas en los últimos años. "Si bien hoy la deuda externa pareciera que es una carga menor en nuestras economías está ya muy implicada, y eso ha sido parte de la transformación de los mercados financieros, con la deuda pública interna, que también es un problema mayúsculo. "Todas aquellas transformaciones financieras han hecho que nuestros sistemas, nuestra médula de operaciones financieras, esté hoy en manos del capital trasnacional y esto implica que aún la deuda interna emitida en pesos, termina siendo una deuda que pagaremos al exterior", reflexionó el investigador universitario. Este problema, añadió López Bolaños, es que crece con la pandemia de la COVID 19, pues se sigue recomendando el crecimiento de la deuda. Con él coincidió Roberto Soto, doctor en Economía por la UNAM, quien detalló que la pandemia de la COVID-19 ha exacerbado el problema, toda vez que los últimos datos que el Banco Mundial revela en su portal indican que la deuda externa del mundo ha pasado de 5 billones en 2011 a 8.4 billones en 2019. En el caso mexicano, el miembro de la Red Iberoamericana de Estudios del Desarrollo (RIED) explicó que nuestro país pasó de 291 mil millones de dólares a 469 mil millones de dólares, es decir, del 25 al 38 por ciento del Producto Interno Bruto en el periodo de 2011 al 2019, lo que muestra que la profundidad de su problema aumentó 13 por ciento. Gregorio Vidal enfatizó: "Como estamos, la economía mexicana nunca va a crecer más allá de 3 por ciento, en plazos de 5 a 6 años, eso significa que seguiremos siendo lo que somos, un país de desastres y llenos de pobres, aunque haya muy buenas intenciones por parte de algunos para que esto cambie". El también académico de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales precisó que en los años 90, el Fondo Monetario Internacional presentó un informe donde explicaba que el mundo había vivido un desastre que inició en la gran depresión de los 30, se prolongó por la Segunda Guerra Mundial creando un crecimiento artificial hasta comienzos de los 80, de ahí los problemas de inflación y desastres que se vivió en las economías de esos años. Pero consideraba que con la integración de los mercados globales hoy las naciones habían visto la luz al final del túnel. Sin embargo, esa luz fue para menos del uno por ciento de la población y el resto no la tiene, destacó el investigador. Las naciones del mundo pueden seguir así por mucho tiempo, pero en el fondo todos los problemas derivados de la deuda externa e interna revelan una profunda descomposición social global que hoy se acompaña de un desastre por las condiciones naturales y donde el FMI y el Banco Mundial son corresponsables. El investigador recordó el caso de Alemania después de la Primera Guerra Mundial, cuando se sugirió que para su recuperación era necesario no imponerle sanciones de guerra; eso mismo hay que hacer hoy con las deudas de muchos países y hay que encontrar los mecanismos para eliminarlas, no porque sus niveles sean nocivos, sino porque las condiciones que se les imponen a las naciones para hacer los pagos no son compatibles con el crecimiento económico. Es necesario que las decisiones que toma el FMI cambien radicalmente, a partir de lo que opina el Comité Monetario Internacional, constituido por los presidentes de los bancos centrales o los secretarios de Hacienda de los gobiernos. Son los gobiernos de un conjunto de países los que deciden todo esto", apuntó. |