ABR 302025 En un momento cargado de nostalgia, el gobernador de Michoacán, Alfredo Ramírez Bedolla, compartió con medios de comunicación una entrañable anécdota de su infancia que -según dijo- marcó profundamente su vida y lo condujo, de manera indirecta, al camino de la política. Al ser cuestionado sobre cuál había sido su mejor o más divertida travesura durante su niñez, Bedolla decidió responder con honestidad y ternura, dejando de lado las travesuras para hablar de una experiencia formativa que aún guarda con cariño. "Yo pensé que... mira, te voy a decir lo que más me gustó más bien. Iba yo como en segundo, tercero de Primaria, en Uruapan, y me regalaron un globo terráqueo. No, pues me emocioné. Yo creo que por eso de ahí me gustó la Geografía, me sabía todas las capitales, todos los países. Y pues luego me hice político, yo creo que fue de ahí, ¿verdad? De ese globo terráqueo todavía me acuerdo y me da mucho gusto, me emociono. Y todavía me sigue gustando la Geografía", relató con una sonrisa en el rostro. Lejos de una simple anécdota escolar, las palabras del mandatario revelan el poder transformador de la curiosidad infantil y cómo un objeto tan sencillo como un globo terráqueo puede despertar la conciencia global de un niño. Para Bedolla, ese regalo no sólo representó una ventana al mundo sino también el inicio de una vocación por entenderlo, por conectar con otros pueblos y, eventualmente, por trabajar por el suyo. La historia, más allá de su sencillez, deja un mensaje poderoso: los primeros estímulos en la infancia pueden definir pasiones de toda la vida y, en algunos casos, incluso el destino de quienes hoy ocupan posiciones clave en la toma de decisiones. |