Acá no llueve.

Acá no llueve.
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Agua privada.

Crónica de compasión y codicia.
  
JUL
27
2025
Julio Santoyo Morelia, Mich. Puede parecer extraño, pero en esta zona de extensos cultivos de frutillas apenas han caído unas cuantas gotas de agua desde que inicio el período de lluvias. Los cultivos de maíz de ejidatarios y pequeños propietarios que no cuentan con sistemas de riego están secándose y a punto de morir.
La muerte de maizales en esta franja entre Tiripetio y Pátzcuaro, sin embargo, no es el destino de los cultivos de frutillas que tienen la buena suerte de tener acceso a pozos y escurrimientos que alimentan extensas hoyas captadoras de agua para regar arándanos, fresas y zarzamora.
Como ocurre con todos los cultivos de "alto valor" que están instalados en las zonas propicias el poder económico y político hace la diferencia para acceder al agua y para manejar tecnologías que potencien el valor de la producción.
Los maizales y los cultivos tradicionales, que dependen de los factores climáticos, que siempre han sobrevivido por el milagro de la fe en la regularidad de los temporales, han incrementado el nivel de riesgo en los últimos años.
Era una buena noticia el inicio anticipado de las lluvias. Los noticieros, hasta la fecha, han enfatizado el incremento de la actividad hidrometeorológica en el Pacífico que es decisiva para la prosperidad de los cultivos. Los campesinos sembraron, pero se han quedado esperando la lluvia.
La razón de por qué apenas si ha lloviznado, de por qué las tormentas se van, de por qué en todos los lugares ha llovido con intensidad y aquí no, tiene que ver con la proliferación de cañones antigranizo que se disparan con regularidad calculada para proteger los cultivos de eventos extremos.
Desde principios de la década pasada la protesta social por la operación de estos artefactos tecnológicos ha estado presente, primero en las zonas aguacateras y ahora en donde existen cultivos de frutillas.
En agosto de 2018 los promotores ambientales de Madero recopilaron más de 6 mil firmas de ciudadanos de los municipios de Madero, Acuitzio del Canje y Huiramba exigiendo al gobierno la prohibición legal de los cañones antigranizo fundando su reclamo en el principio precautorio, concepto aceptado por la legislación mexicana. Pero fue hasta inicios del 2021 cuando el Congreso del Estado lo elevó a ley.
En el artículo 37 de la Ley Para la Conservación y Sustentabilidad Ambiental del Estado de Michoacán, se estableció la prohibición "para cualquier obra que puedan causar desequilibrios ecológicos o produzcan impactos ambientales significativos en el medio ambiente" y se refiere explícitamente a "cualquier técnica, mecanismo, implemento, procedimiento o actividad que tienda a cambios de fenómenos hidrometeorológicos", y lo dice con claridad: "operación de sistemas antigranizo…".
La observación de esta disposición, no obstante, ha sido evadida por muchos productores que llegado el período de lluvias y según las consideraciones de sus propios cálculos climáticos y para proteger los niveles de humedad de su producción, los siguen utilizando con regularidad.
En la zona sur de Morelia, en Acuitzio, en Madero y en Huiramba, los campesinos y pobladores afectados dan testimonio anual de estas violaciones. La clausura de estos artefactos ha tomado la ruta incierta del gato y el ratón. Para evitar ser ubicados en tiempo real suelen utilizar explosivos de diseño portable, con los que alcanzan las formaciones nubosas, pero son activados por operadores que se mueven tácticamente por el terreno.
Las regiones de Huiramba, Madero y Acuitzio son áreas de recurrencia anual en donde, hasta ahora, no han dado resultado los operativos gubernamentales y a pesar de la protesta constante de la población. El caso de Huiramba es, de acuerdo con los testimonios recabados, uno de los más preocupantes porque la activación regular de estos artefactos ha modificado el ciclo de lluvias al punto de que hasta la fecha, solo se reportan brevísimas lloviznas.
La inminente muerte de los maizales sembrados en esta temporada afectará la economía de cientos de pobladores mientras en paralelo los empresarios frutilleros tendrán abundantes ganancias porque "su" agua está garantizada, es privada.
Esta narcisista metodología para la producción es absurda porque si ahuyentas las lluvias entonces no tendrás recuperación de manantiales y escurrimientos para llenar tus hoyas. Es una metodología absolutamente insostenible y los daños que ocasiona a la red de manantiales, a los ecosistemas y a los productores tradicionales son incalculables y de un costo económico y social condenable. Espantar las lluvias es un delito ecocida.
Cuando hablé con la gente de Huiramba me extrañé cuando los escuché decir "es que acá ya no llueve, ya se nos secaron los maizales, haremos una reunión este lunes en la plaza con el presidente municipal y a ver quién viene del gobierno para que paren de una vez por todas esos cañones y se pueda permitir que la lluvia llegue".
Solo por decirlo, exclamé: ¡es increíble! —Quién quiera puede venir para que lo vea por sus propios ojos. Me contestaron.





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