ABR 042015 En un discurso televisado, el primero desde que finalizó la operación de asalto, el presidente keniano condenó el ataque, que calificó de "bárbaro", y prometió "hacer todo lo posible para defender nuestro estilo de vida". Kenyatta aseguró que las fuerzas de seguridad están haciendo todo lo que está en su mano para capturar al cerebro del ataque, Mohamed Kuno, que el Gobierno keniano ha identificado como el líder de Al Shabab en la región somalí de Juba, fronteriza con las zonas más afectadas por los ataques del grupo islamista. El ataque contra la Universidad de Garissa, el peor desde el atentado contra la embajada de Estados Unidos en Nairobi en 1998 que causó 213 muertos, ha vuelto a poner de manifiesto la división que existe en Kenia entre cristianos y musulmanes, pues estos últimos se consideran marginados por el Gobierno central. Kenyatta pidió a la comunidad musulmana que colabore con las fuerzas de seguridad para combatir a los radicales que utilizan el islam para conseguir sus propios objetivos. El presidente keniano también lamentó que las operaciones antiterroristas son muy complejas porque "los que planifican y financian esta brutalidad están muy arraigados en nuestras comunidades". En los dos últimos años Al Shabab ha perpetrado numerosas masacres en territorio keniano, entre las que destacan las del centro comercial Westgate de Nairobi (2013), las de Mpeketoni, Gamba y Mandera (2014) y la más reciente en Garissa (2015), que han causado más de 350 muertos en total. En 2011 el Ejército de Kenia invadió el sur de Somalia en respuesta a varios secuestros de turistas y extranjeros que el grupo islamista había llevado a cabo en el noreste del país, una acción que Al Shabab consideró como una declaración de guerra. |